UN TIEMPO QUE INVITA A LA REFLEXIÓN

El sufrimiento es una realidad que, en mayor no menor grado, afecta a todos los humanos.
Es una experiencia importante en la vida porque entre otras cosas, nos ayuda a madurar como personas. Ahora, aquellos que sufren, necesitan, de vez en cuando, encontrarse con alguien que les escuche con atención y poder así desahogar, oh tal vez necesitan dejar por un tiempo el lugar o el ambiente en que viven y pasar a otro muy distinto.
             EN LA SOLEDAD DEL MONTE
   En el caso de Jesús, su vida publica fue difícil. Aunque es cierto que el pueblo sencillo lo rodeaba con entusiasmo y lo escuchaba con atención y respeto, sin embargo sus palabras resultaban, con frecuencia, molestas para los mas poderosos del país. Por ello buscaban con interes lanforma dendeshacerse de El.
    Y estando así las cosas, un día Jesús les invita a ir unas horas con el al monte, lejos del bullicio de la gente. Y es ahora, en la soledad del monte, mientras oran, cuando tiene lugar la  Transfiguración de Jesús presenciada por ellos. Una experiencia que les impacta fuertemente y que también les devuelve la alegría y la esperanza. Ven a Jesús transfigurado, "ven que su rostro brilla como el sol y sus vestidos se han vuelto blancos como la luz". Y se dan cuenta de que en su querido Maestro hay algo superior y divino. Y su tristeza se cambia en inmensa alegría.
                        ENCUENTRO CON DIOS Y CON UNO MISMO
   Nos encontramos celebrando el tiempo de Cuaresma. Un tiempo religioso que invita a la reflexión, a subir al monte del silencio y a hacernos a nosotros mismos una serie de preguntas:
¿Quien soy yo?, ¿de donde vengo y hacia donde voy?, ¿que sentido doy a mi vida?, ¿por que cosas me afano y lucho cada día?, ¿ soy de verdad feliz?

    Si, es bueno que hagamos una parada en el caminar de nuestra vida y revisemos con paz la lista de nuestros deberes como personas y como cristianos. Necesitamos vivir un encuentro filial con Dios, nuestro Padre. Necesitamos acercarnos a dos grandes sacramentos que Cristo regalo a su Iglesia: la Penitencia y la Eucaristía. Todos buscamos la felicidad; pero la felicidad verdadera y plena surgirá cuando nos encontremos con nosotros mismos y con Dios en un clima de silencio interior.
Tratemos de vivir así este tiempo importante de la Cuaresma cristiana.