El pasado miércoles, día 13, iniciábamos la Cuaresma con un rito sencillo pero muy significativo: la imposición de la ceniza. Recordemos que, en el calendario litúrgico de la Iglesia, la Cuaresma es un tiempo religioso muy importante que sirve de preparación a otro tiempo religioso aun mas importante: la Pascua de Resurrección.
Bien esta que, durante los cuarenta días que dura la Cuaresma, tengamos muy presente en nuestra vida cristiana el sentido de la ceniza que nos fue impuesta y las palabras del sacerdote que acompañaron a este rito"Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver", o estas otras: "Convertíos y creed al Evangelio".
CADUCOS Y PECADORES PERO LLAMADOS A LA VIDA
Si, la ceniza en este caso podemos decir que tiene un triple significado: que somos caducos, que somos pecadores y que, sin embargo, estamos llamados a la Vida.
- Nos recuerda, en primer lugar, que nuestra vida sobre la tierra es limitada en el tiempo, que aquí no tenemos una morada definitiva y que debemos evitar el que cosas también caducas acaparen nuestro corazón y lo desvíen de la meta suprema a la que estamos llamados por Dios.
- Nos recuerda también que somos pecadores. Y, que con frecuencia, el mal se adueña de nuestras vidas. El mal, en efecto, es una realidad muy presente en el mundo y con rostros diferentes: egoísmo, injusticia, pereza, envidia, odio, ira, lujuria... Es triste ver con que facilidad nos conquista y llega a asentarse en nuestro ser.
Somos, pues, unos pobres pecadores que, sin embargo -sobre todo en la Cuaresma- estamos invitados a la conversión, a eliminar las malas hierbas que creen en nuestra vida.
-En tercer lugar, la ceniza nos recuerda que estamos llamados a la vida. Con la ceniza, con la tierra, toman vida: y crecen las plantas, y nosotros los humanos también estamos llamados a una Vida nueva, a una Vida eterna y llena de gloria.
"NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN"
Los 40 días que dura la Cuaresma nos recuerdan aquellos otros 40 días que Jesús vivió en la soledad del desierto orando y haciendo penitencia. Un tiempo en el que el Señor también fue tentado por el Diablo. No olvidemos que Jesús es Dios, pero es también hombre como nosotros y en cuanto hombre sintió la tentación: sentir la tentación no es malo; lo importante es no caer en la tentación, no dejarnos arrastrar por ella. En la oración del Padrenuestro que Jesús nos enseño, una de las peticiones que hacemos al Padre, es esta: "No nos dejes caer en la tentación".
Si analizamos un poco el campo de las tentaciones, vemos que una de las mas frecuentes es la del "tener": tener cosas, mas cosas, aunque no siempre las necesitemos. Lo que buscamos en este afán acaparador es ser felices. Sin embargo, la experiencia nos dice que la felicidad plena no se alcanza por este camino. Y aquí me viene a la mente, una ve mas, lo que se cuenta de uno de los países del norte de Europa donde los ciudadanos tienen resueltos todos los problemas que afectan a la salud, a la vivienda, a la jubilación,etc. Pues bien, se cuenta que un día el gobierno de las naciones hizo un llamamiento a las igleisas cristianas para que prestaran especial atención a muchas personas que, teniendo bienes mas que suficientes para vivir con dignidad, sin embargo se encuentran angustiadas ya tristes, no son felices. Se tarta de personas tal vez atareadas por la tentación del "tener".
Pues bien, a los que padecen esta tentación Jesús les dice: "No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". No olvidemos que en el ser humano hay otras capacidades que necesitamos llenar y satisfacer. No hemos de atender solo las exigencias corporales. Somos también seres espirituales y necesitamos cultivar mas nuestra alma, nuestro espíritu.