SE ACERCA LA CUARESMA

   Un año más nos disponemos los cristianos a celebrar un tiempo de gracia que es la Cuaresma. Un tiempo que nos recuerda aquellos cuarenta días que Jesús pasó en el desierto orando y haciendo penitencia, antes de iniciar su vida pública predicando el Evangelio al pueblo. Un tiempo que nos invita con insistencia a reflexionar sobre las verdades de nuestra fe y a convertirnos.
   Nunca olvidemos que la fe cristiana no consiste sólo en aceptar con la mente unas verdades religiosas que han sido reveladas por Dios y que la Iglesia nos transmite. La verdadera fe pide incorporar esas verdades a nuestra vida. Fe y vida, dos valores inseparables en un auténtico cristiano.

       UN TIEMPO QUE INVITA A LA CONVERSIÓN
  Decimos que la Cuaresma nos invita a convertirnos. Y convertirnos es cambiar nuestras vidas aceptando el mensaje salvador de Cristo y dejándonos transformar por él. La experiencia nos dice que el hombre no siempre quiere estar con Dios y seguir sus caminos. En muchas ocasiones el egoísmo impera e incita a seguir otros caminos, a estar contra el mismo Dios, a pecar. Luchar contra el pecado es adoptar una actitud de conversión.
  Dios es amor, nos lo recuerda la Biblia. Y por el camino del amor en su doble dimensión: amor a Dios y amor al prójimo, debe discurrir también la vida de todo cristiano.
  San Pablo, en el capítulo 13 de sus primera Carta a los Corintios, hace un canto a la caridad, al amor cristiano, y nos va recordando las cualidades de este amor. "Aunque yo tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y tuviera una fe capaz de trasladar motañas, si no tengo amor nada soy". Y ¿cómo es la caridad, el amor cristiano? "El amor -dice San Pablo- es paciente y afable, no tiene envidia ni orgullo y jactancia; no es grosero ni egoísta, no se irrita ni lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, encuentra su alegría en la verdad.."
  Pienso que en este pasaje de San Pablo tenemos todos materia más que suficiente para hacer un examen de conciencia serio y preguntarnos como cristianos: ¿Voy yo por este camino? Un pasaje para meditar durante la Cuaresma.

          LA VOCACIÓN UNIVERSAL A LA SANTIDAD
   Aveces se oyen frases como ésta: "Eso que dice San Pablo es para los santos, no para mi", como si los santos fueran una especie aparte. Y no es así. Los santos, han sido y son seres de carne y hueso como cualquiera de nosotros. También ellos tuvieron tentaciones y, a veces, muy fuertes, pero apoyándose en el amor a Dios, lucharon y vencieron.
  Y no olvidemos algo importante que nos recuerda el Concilio Vaticano II: "Que todos estamos llamados a la santidad". Un tema del que se habla expresamente en el capítulo V de la constitución sobre la Iglesia titulado así: "Vocación universal a la santidad en la Iglesia". Estas son sus palabras: "En la Iglesia todos, lo mismo quienes pertenecen a la jerarquía como los apacentados por ella, están llamados a la santidad". Y nos recuerda el testimonio de Jesús que a todos predicó esta santidad de vida: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto".
     Pues que estas sencillas reflexiones sirvan para recordarnos a todos nuestro serio deber de aspirar a la santidad.