(Las personas somos seres llamados a convivir y a relacionarnos; seres que nos necesitamos mutuamente)
Hoy no es raro escuchar en la calle frases como ésta: "Yo soy libre y hago lo que me da la gana". Una frase que defiende la propia libertad como un valor absoluto, sin límites; y que expresa un evidente desprecio a toda norma moral.
Nosotros valoramos mucho la libertad humana. Es un don específico del ser humano, algo que lo dignifica, le pone por encima de otros seres creados y le permite decidir su propio destino. Pero la libertad no es un valor absoluto y las personas no somos seres aislados, independientes..., sino que estamos llamados a convivir, a relacionarnos; somos seres que nos necesitamos mutuamente.
Es por tanto, la misma convivencia, la que pone límites al ejercicio de nuestra libertad personal. Y, por consiguiente, no podemos establecer como norma de nuestra vida: "yo soy libre y hago lo que me da la gana".
UNA NORMA ORIENTADORA
Por otra parte todos estamos convencidos de que hay cosas que uno puede hacer y cosas que nunca debe hacer; cosas que están bien y cosas que están mal. Y así lo expresamos constantemente, sea cula sea nuestra ideología o creencia. ¿hay, por tanto, alguna norma concreta para saber cuándo una cosa está bien y cuándo está mal? Sí, la hay. Pero, atención, esa norma no puede ser mi utilidad personal, mi placer o mi comodidad. Serían normas puramente subjetivas que podrían llevar a miles de abusos y caprichos, dificultarían la convivencia y anularían muchas veces la libertad ajena. La norma moral que orienta nuestra conducta debe ser algo real y objetivo, independiente de uno mismo; algo que nos haga saber con certeza si una determinada acción es buena o es mala.
LA VOLUNTAD DE DIOS; LA PERSONA
Y SUS DERECHOS
Para los creyentes en general esta norma es la voluntad de Dios expresada en la Ley natural que el Creador dejó impresa en nuestra conciencia. Para los cristianos en particular, esa voluntad de Dios se concreta en los Diez Mandamientos (Decálogo) y en la Ley Evangélica que los complementa. Para los agnósticos y ateos, también existe una norma que regule su conducta: es la propia persona humana, portadora de unos valores y derechos fundamentales universalmente reconocidos. Todo lo que atente contra estos derechos debe rechazarse como malo. Son, por jemplo, valores y derechos fundamentales de la persona humana: la vida (el primero de todos), la libertad, la veracidad, la fidelidad, la amistad, etec... Respertarlos y actuar de acuerdo con ellos, será siempre bueno. Lo contarrio será rechazable.