LIBERTAD, PERO CON LIMITES



Dos cosas llaman la atención en nuestra sociedad actual: una, el desprecio de toda norma moral y otra, la defensa a ultranza de la propia libertad como valor absoluto: "Yo soy libre y hago lo que me da la gana".


A Dios gracias, no todos piensan de este modo. Con semejantes ideas llevadas a la práctica dificilmente podríamos entendernos y convivir, pues cada individuo se convertiría él mismo en norma de lo que es bueno y de lo que es malo.










LOS LÍMITES DE LA LIBERTAD


Admitimos que la libertad es un don específico del hombre, que le dignifica y hace superior a los demás seres, permitiéndole decidir su propio destino. Pero ¡cuidado!, la libertad tiene límites.


Las personas no somos islas, vivimos en relación y nos necesitamos mutuamente. Por consiguiente, la propia convivencia marca límites al ejercicio de mi libertad personal. Es decir, mi libertad limita con la del vecino y las dos deben ser igualmente respetadas.


En consecuencia, es una estupidez afirmar: "Yo soy libre, hago lo que me da la gana". Como si mi libertad fuese absoluta y no hubiese otros en la misma situación y con los mismos derechos que yo.


UNA NORMA OBJETIVA


Todos, sea cual sea nuestra ideología o creencia, expresamos a menudo esta convicción: que hay cosas que son buenas y podemos hacerlas, y cosas que son malas y debemos evitarlas. De ahí la pregunta: ¿Hay alguna norma a que atenernos todos para saber cuándo algo es bueno y se puede hacer, o es malo y debe evitarse?

Sí, la hay. Pero esta norma nunca será mi conveniencia personal, mi comodidad o mi placer. Estas serían normas subjetivas que llevarían a mil abusos y caprichos, dificultarían la convivencia y en ocasiones anularían la libertad ajena.


La norma que oriente nuestra conducta debe ser algo objetivo, independiente de mi, que valga siempre y nos indique con certeza si una acción es buena o mala.


"La norma que oriente nuestra conducta debe ser algo objetivo y permanente"


CREYENTES Y ATEOS


Para los creyentes en general -que somos mayoría-, esta norma es la voluntad de Dios, expresada en la Ley Natural que Él dejo impresa en nuestras conciencias.


Para los cristianos en particular, la voluntad de Dios se concreta en los Diez Mandaminetos (expresión de la Ley Natural) y en las Bienaventuranzas evangélicas.


¿Y para los agnósticos y ateos? También para ellos existe una norma objetiva que regule su conducta. Esta norma es la persona humana en cuanto portadora de unos valores y derechos fundamentales, universalmente reconocidos. Algunos de estos valores y derechos son la vida (el primero de todos), la libertad, la veracidad, la fidelidad, la amistad, etc. Obrar de acuerdo con ellos es obrar bien. Atentar contra ellos, es obrar mal.






"EL QUE SE SALTE UNO DE ESTOS MANDAMIENTOS MENORES Y ASI LOS ENSEÑE A OTROS, SERÁ EL MENOR EN EL REINO DE LOS CIELOS" (Mt. 5,19)