BUSCANDO LA UNIDAD

Cuando revivimos aquella Última Cena que Jesús celebró con sus discípulos la víspera de su Pasión y Muerte, impresiona aquella oración que dirigió al Padre, pensando en el futuro de la Iglesia:"Padre, que todos sean uno, como Tú y Yo somos Uno".
Sí, la Iglesia debería ser una, no varias; con una unidad profunda similar a la que existe en el seno de la Trinidad.

Sin embargo, el correr de los tiempos nos haría ver que la unidad entre los cristianos pasaría por momentos de crisis serias hasta dar en lamentables divisiones. Y que surgirían "nuevas iglesias", aunque conscientes -eso sí- de que Cristo quiso una sola Iglesia.

Brotes de división ha habido bastantes en la historia del cristianismo. Sin embargo, como divisiones de excepcional importancia hay que citar la del siglo XI y la del siglo XVI. La primera se produjo cuando el Patriarca de Constantinopla, Miguel Cerulario, rompió su comunión con el Papa de Roma y arrastró consigo a los cristianos de la zona oriental de Europa. Nacía así la llamada Iglesia Ortodoxa. La segunda importante división se consumó con Martín Lutero y otros, dando origen a las iglesias protestantes y a la Iglesia Anglicana.


UNIDOS EN LA PLEGARIA

Ante el hecho tan lamentable de un cristianismo dividido, hecho que se prolonga ya durante siglos, ha ido creciendo con fuerza en las distintas iglesias el ansia de recuperar la unidad perdida, y es a principios del siglo XX cuando se hizo realidad una idea luminosa: la de coincidir todos los cristianos (católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes), durante ocho días del mes de enero, en una misma oración. Nacía así el llamado "Octavario de oración por la unión de las iglesias cristianas", que tradicionalmente se celebra entre el día 18 y 25 del citado mes. Y como fruto de esta plegaria ecuménica y de la acción silenciosa del Espíritu Santo, lejos de vivir enfrentados o simplemente olvidados unos de los otros, hemos empezado a tratarnos, a dialogar serenamente, a querernos de nuevo, a pedirnos perdón y a llomarnos hermanos. Por de pronto el Papa, en sus viajes por los diversos continetes, visitando a los católicos, suele tener siempre un encuentro especial con los representantes de las otras igleisas cristianas.


SIGAMOS CAMINANDO CON ESPERANZA

Por lo que respecta a la Iglesia Católica, su apertura a los hermanos separados se hizo especialmnete visible con la llegada del Papa Juan XIII, aquel hombre sonriente y bondadoso, lleno de Dios y profundamente humano. Apertura y diálogo que ha continuado en los sucesivos Papas hasta hoy.

Pero esta labor de apertura sería especialmente intensa con la celebración del Concilio vaticano II, uno de cuyos documentos está dedicado expresamente al tema de la unión de las iglesias.

Hoy ya son normales los encuentros entre autoridades de la Iglesia Católica y de las otras iglesias, los momentos de oración en común y otras actividades de tipo social conjuntas. Sin olvidar lo que antes ya citamos: esos encuentros del Papa con los representantes de esas iglesias en sus viajes apostólicos.

¿Tardará mucho ese momento tan deseado de la unidad plena entre los cristianos? No lo sabemos. Lo nuestro es seguir invocando con esperanza al Espíritu Santo, alma de la Iglesia, y cultivando siempre una actitud fraterna y acogedora hacia todos.