Estos días nos saludamos diciendo: ¡Felices Fiestas! ¡Feliz Navidad! ¿Hay realmente un motivo importante para estar alegres y sentirnos felices?
Sí, lo hay. La gran noticia de estos días es que Dios, nuestro Creador, se ha acercado tanto a nosotros por amor, que se ha hecho hambre en la segunda persona de la Trinidad, y ha venido a compartir con nosotros alegrías y penas, los éxitos y fracasos que nos acompañan en nuestra vida terrena. Nos ha nacido un Salvador.
HA VENIDO A COMPARTIR NUESTRA VIDA
Muchas veces nos quejamos de cosas que nos ocurren en la vida, de la mala suerte que tenemos; y hasta preguntamos con rabia: "¿qué le habré hecho yo a Dios para que me trate así?" Queremos que todo nos salga a pedir de boca, que nuestros gustos y aspiraciones se cumplan siempre. Y resulta que Dios ha hecho por nosotros mucho más que suprimir las desgracias y contatiempos que nos ocurren en esta vida, ha venido a compartirlos con nosotros. ¿Vives en una situación de pobreza material? ¿Te sientes despreciado u olvidado de la gente? ¿Estás enfermo y nadie te ayuda...? Pues mira, Él nació en una situación de pobreza extrema: su cuna fue un pesebre y la casa en que nació, una gruta donde los pastores recogían sus rebaños; vivió una vida oscura durante treinta años trabajando en la carpintería de su padre adoptivo. Los últimos tres años de su vida predicó un mensaje de salvación para todos los hambres y la gente le seguía con entusiasmo. Pero, como a algunos molestaba su doctrina santa, fue procesado y condenado a muerte, una muerte atroz, clavado de pies y manos en una cruz.
MIRANDO A LA FAMILIA DE NAZARET
Pero, situándonos de nuevo en este tiempo de la Navidad, la Iglesia nos propone también celebrar la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, formada por José, María y Jesús, como un modelo sobre el que construir hoy nuestras familias.
La familia es una institución muy antigua y universal. Dios, al hecerse hombre en la persona de Cristo, escogió la intimidad de una familia para nacer y vivir la mayor parte de su existencia sobre la tierra. Esto indica claramente que Dios valora la realidad de la familia en la vida de una persona. Lo mismo debemos hacer nosotros.
Y ¿qué es la familia? La familia es fundamentalmente esa comunidad formada por padres e hijos, y creemos que una familia unida, en la que todos se amen de verdad, es algo fundamental en el desarrollo equilibrado de una persona. En la familia todos son importantes: los padres y los hijos. Unos y otros tienen sus cometidos y sus responsabilidades propias.
EL GRAN PAPEL DE LOS PADRES
Hoy nos vamos a fijar en el papel importantísimo y delicado de los padres. De ellos depende en gran medida que los hijos se realicen como personas y crezcan felices. Es cierto que, sobre todo hoy, hay otros factores que influyen mucho en el comportamiento de los chicos: la calle, las pandillas de amigos, los medios de comunicación, etc. Pero el ambiente degradado que se respira con frecuencia, debe ser un motivo más para que los padres vivan intensamente su papel de educadores primeros e indispensables de sus hijos.
Hoy nos vamos a fijar en el papel importantísimo y delicado de los padres. De ellos depende en gran medida que los hijos se realicen como personas y crezcan felices. Es cierto que, sobre todo hoy, hay otros factores que influyen mucho en el comportamiento de los chicos: la calle, las pandillas de amigos, los medios de comunicación, etc. Pero el ambiente degradado que se respira con frecuencia, debe ser un motivo más para que los padres vivan intensamente su papel de educadores primeros e indispensables de sus hijos.
Con los padres estará también el colegio y la Iglesia para ayudarles en esta tarea difícil y delicada. Ayudarles pero no sustituirlos. Y ¿qué es educar? Educar no es sólo buenos consejos. Educar es, ante todo, transmitirles una conducta ejemplar, un modo de ser honrados, veraces, fieles, trabajadores, generosos, alegres... Y esto se transmite, más que con palabras, con el testimonio de los padres a los que sus hijos ven, desde niños, viviendo estos grandes valores.