EL CRISTIANO DEBE REPRODUCIR EN SÍ LOS RASGOS TRAZADOS POR JESÚS EN EL SERMÓN DE LA MONTAÑA.
Ante todo, debemos decir que la Iglesia, tanto ayer como hoy y siempre, ha de mantenerse fiel al plan de Dios. Porque no olvidemos que la Iglesia no es una creación humana sino un proyecto de la Trinidad.
Ahora bien, en la Iglesia -formada por hombres- tenemos un papel muy significativo los miembros que la constituímos. Somos su rostro visible. De ahí que, al preguntarnos por la Iglesia del futuro, debamos preguntarnos cómo hemos de ser los cristianos del futuro.
ANTE TODO, TESTIGOS DE LA FE
La respuesta es fácil y sencilla. Y quizás nadie la ha insinuado mejor que Pablo VI cuando dijo que el hombre de hoy y del futuro, más que a los maestros, hace caso a los testigos de la fe.
Sí, la Iglesia de hoy y de siempre ha de seguir predicando el Evangelio de Jesús. Pero será escuchada, no tanto por la doctrina que enseñe cuanto por el testimonio de vida evangélica que ofrezcan los cristianos.
El Evangelio no es una bella teoría para ser admirada; es una forma de vida, y su anuncio sólo tiene sentido si es para convertirlo en vida nuestra.
La Iglesia de hoy y de siempre necesita cristianos al estilo de las primeras comunidades, nacidas de la Pascua. Que tengan, como aquellos, experiencia de Dios, adquirida en la oración, y que vivan animados por el amor de Cristo, muerto y resucitado.
ALGUNAS ACTITUDES BÁSICAS
Ahora, si queremos señalar algunos rasgos más concretos que deban configurar la Iglesia del futuro, no se me ocurren otros que los ya señalados por Cristo en el Sermón de la Montaña.
Los cristianos de hoy y de mañana hemos de ser, ante todo, pobres en el espíritu. Lo cual implica un acercamiento a todos en actitud dialogante, acogedora y servicial, sin gestos prepotentes mi maneras arrogantes. Miembros de una Iglesia que, sin ser excluyente, tenga treferencia clara por los pobres y víctimas de la injusticia humana. Una Iglesia alegre y sencilla, con entrañas de misericordia y austera en sus diversas manifestaciones.
¿Será algo utópico lo que aquí proponemos? Tal vez parezca, pero se trataría de la utopía del Reino de Dios que Cristo empezó a construir y que los cristianos tenemos el encargo de seguir construyendo.