VIVAMOS LA SEMANA SANTA

              
                  Semana Santa es el nombre que damos a la semana que este año, va del 14 al 21 de abril.
Una semana que empieza con el Domingo de Ramos y concluye con el Domingo de la Resurrección del Señor.
                     En la Semana Santa celebramos los cristianos los acontecimientos centrales de nuestra Salvación: la Pasión y Muerte de Cristo y su gloriosa Resurrección. En ellos priman dos realidades: un dolor intenso y una alegría desbordante. Dolor y alegría fueron dos realidades muy presentes durante treinta y tres años en la vida humana de Cristo, y presentes  también hoy en nuestra vida de peregrinos aquí en la tierra. Dolor y alegría, dos realidades que debemos acoger y vivir desde la fe cristiana; bien entendido que la actitud que adoptemos ante ellas repercutirá, para bien o para mal, en nuestra existencia más allá de la muerte.

                              PASIÓN DOLOROSA Y RESURRECCIÓN GLORIOSA

   Dentro de la Semana Santa destacan el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección. En ellos, precisamente, celebramos el intenso dolor de la Pasión y Muerte de Cristo y el gozo desbordante de su gloriosa Resurrección.
                                         Bien está que un cristiano se emocione, - incluso llore- y, sobre todo, se arrepienta de sus pecados al participar en la Liturgia del Viernes Santo y escuchar el relato de la Pasión y Muerte de Cristo.
                                           Bien está que un cristiano lleve como distintivo en su pecho una cruz y también que la cruz esté presente en nuestros hogares y en nuestras escuelas y centros sociales, sin olvidar los múltiples cruceros, tan típicos de Galicia, que acompañan nuestras iglesias, sobre todo en el ámbito rural.
                         Celebremos con intenso fervor el Viernes Santo, pero sin olvidar que somos discípulos de un Resucitado. "Cristo ha Resucitado, aleluya", es el grito jubiloso de la Pascua cristiana que la Iglesia celebra durante cincuenta días.
                                                                                        Los Apóstoles, que habían presenciado con horror la Pasión y Muerte de su Maestro, clavado de pies y manos en una cruz, no soñaban con su Resurrección pese a que Jesús había aludido a ella.
                                                                                  Ah, pero ¡cuál no sería su sorpresa cuando, al tercer día de su muerte, visitando el sepulcro del Señor, lo encuentran vacío! Más aún, el Maestro se les aparece enseguida lleno de vida y les muestra las señales de los clavos en sus manos y pies.

¡El Señor vive, ha resucitado! es la alegre noticia que ellos comenta ahora y que, más tarde, será el tema central de sus catequesis al pueblo.

                                          UN MENSAJE DE SALVACIÓN PARA
                                                      TODOS LOS PUEBLOS

       Sí, todos ellos, invadidos por la fuerza poderosa del Espíritu Santo del día de Pentecostés, salen pronto a la calle y empiezan su recorrido por el mundo, proclamando de oriente a occidente la buena nueva del Evangelio. También aquí en España fue escuchada la voz de uno de los doce Apóstoles, la de Santiago el Mayor, cuyos restos mortales veneramos en la Catedral compostelana.

 
   Y, ya como conclusión, diremos que ser cristiano es tener fe en Cristo Resucitado. Bien entendido que tener fe no es sólo admitir con la mente el hecho de la Resurrección del Señor. La fe cristiana implica el vivir esta gran verdad, alejando de nosotros el pecado en todas sus manifestaciones y viviendo con gozo nuestra condición de hijos de Dios, que obtuvimos por el Bautismo.