CAMINANDO HACIA LA PASCUA

                                                                                    
         La Pascua es la fiesta principal del Año cristiano. En ella celebramos la Resurrección gloriosa de Jesucristo, vencedor del pecado y de la muerte. La Pascua es la culminación de la Semana Santa, esa gran semana protagonizada por Cristo que muere por nosotros clavado en una cruz pero que, al tercer día, resucita gloriosamente.
                                             En la Pascua celebramos también nuestra propia resurrección, rcordando estas palabras de san Pablo en la carta a los Colosenses, "si habéis resucitado con Cristo buscad las cosas de arriba, no las de la tierra" Col 3, 1-3. Palabras que nos recuerdan que la resurrección final hay que prepararla ya desde ahora, abriéndonos día a día a la acción de Dios en nosotros.

    Esta acción de Dios se realiza a través de los sacramentos que celebramos y recibimos a lo largo del año, sin olvidar que es precisamente la Pascua el tiempo sacramental por excelencia. En cada sacramento que celebramos o recibimos el Señor glorificado se hace hoy presente en nuestras vidas.

                             EL BAUTISMO, PUERTA DE ENTRADA A LA IGLESIA

                            Todos los sacramentos son muy importantes; sin embargo en la vida de un cristiano hay que destacar el Bautismo y la Eucaristía. El Bautismo como fundamento de la vida cristiana, y la Eucaristía como memorial vivo y actualización del Sacrificio Redentor de Cristo.

                    El Bautismo es le primer sacramento que recibimos. Por él nos incorporamos a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo. Este sacramento, si es adulta la persona que lo recibe, supone el don de la fe en ella. Ahora, una práctica habitual, que viene ya desde muy atrás, es el bautismo de los niños, hijos de padres cristianos. Al niño se le bautiza apoyados, no en su fe personal sino en la fe de su familia cristiana, que es quien pide a la Iglesia el Bautismo para el niño y se compromete a educarlo en esa misma fe.
                           Es importante que los padres se preparen bien para el Bautismo de sus hijos, que conozcan lo mejor posible la esencia del sacramento, los compromisos que adquieren de ser los primeros catequistas de cada hijo bautizado.
                                                                       En el bautismo de niños es habitual la presencia de los padrinos, personas que se comprometen con la buena educación del bautizado acompañando a los padres o incluso supliéndolos si estos faltasen.
                                                                                     A los padrinos, elegidos normalmente por los padres, la Iglesia les pide cuatro condiciones: que sean católicos, que hayan recibido la Comunión eucarística y el sacramento de la Confirmación, que lleven una vida acorde con su fe y con la misión asumida, y que hayan cumplido los 16 años de edad.

                        EL SACRAMENTO DE LA COMUNIDAD CRISTIANA

               Desde siempre las comunidades cristianas se han venido reuniendo frecuentemente, sobre todo los domingos, para celebrar lo que al principio se llamaba "La Fracción del Pan", que es lo que también se llama Eucaristía o en lenguaje más vulgar, Santa Misa.

                         Al principio la asamblea eucarística se reunía sólo el primer día de la semana, al que llamaban Domingo o Día del Señor. Porque era el día en que resucitado Jesús y porque la Eucaristía es actualización viva y sacramental de la Pascua, de la Muerte y Resurrección de Cristo.

             Más tarde la Iglesia, sin olvidar que el domingo es la fecha más propia, creyó conveniente celebrar también a diario la Eucaristía, que es el sacramento por excelencia de la Comunidad cristiana.