MERECEN NUESTRO RESPETO, CARIÑO Y AYUDA

         No es la primera vez que dedicamos la primera página de POBO DE DEUS a nuestros mayores.
Ellos, en efecto, merecen nuestro respeto, admiración y cariño. Su experiencia y sensatez son, en la vida, el contrapunto necesario a la reflexión e inmadurez de los años juveniles.

                                       A VECES DIFICULTAN LA CONVIVENCIA

           Es cierto que, a veces crean dificultades para la convivencia familiar por sus posibles rarezas y caprichos, aparte los achaques y enfermedades propios de su edad. Por otra parte, cuando muchas familias proyectan sus vacaciones, los ancianos pueden ser un estorbo para realizar sus planes. No faltan hijos que, en estos casos, cortan por lo sano y los internan temporalmente en una residencia o en un sanatorio. Otros los internan definitivamente.

                     ¿Cuál debe ser nuestra actitud y comportamiento con los mayores?

                                           LO MEJOR, LA PROPIA CASA

   Por de pronto, una residencia-hogar para los ancianos sin familia, es la gran solución de su vida. No así, creemos, para los que tienen hijos, a no ser que concurran circunstancias especiales, a tener en cuenta.
            No olvidemos que, por lo general, los ancianos desean vivir hasta el fin de sus días en su casa de siempre. Aquellas paredes contienen para ellos muchos recuerdos y vivencias. Sacarles de allí, puede resultarles enormemente traumático.
                                                                     Por otra parte, es natural que los nuevos matrimonios quieran tener su propio hogar, independiente del hogar paterno. En estos casos la atención a unos padres ancianos estaría cubierta si los hijos acuden con prontitud a resolverles aquello que los padres no pueden hacer por sí mismos: compras, gestiones administrativas, etc.

             Esta forma de atención puede resultar, a veces complicada y difícil, pero es la más humana y natural. El anciano sigue sintiéndose dueño y señor de su casa y no un extraño o un invitado en casa ajena.
                                       HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE

     En la práctica no siempre será posible ni ésta ni otras soluciones parecidas. Ahora bien, lo que deberán hacer siempre los hijos es extremar la atención, una atención cordial, a sus padres ancianos para que no se sientan nunca un estorbo y una carga en la familia.

   Un deber grave que la Ley de Dios impone a los hijos es el de amar, honrar y ayudar siempre a los padres ancianos. Frente al egoísmo frío e insolidario de una sociedad que sólo valora lo productivo, lo útil, lo joven, hemos de tener los cristianos un estilo y comportamiento nuevos.

          Todos tenemos derecho a ser felices y libres, pero sin que este derecho anule las relaciones de amor, solidaridad y justicia que deben presidir nuestra conducta con los ancianos.