MIRAR Y ESCUCHAR AL PRECURSOR

                   La Navidad se acerca; y es importante que nos preparemos para recibir adecuadamente al Señor que llega. Y, al decir Navidad, no pienso en un tiempo de vacaciones académicas ni de festejos familiares. Hablo en cristiano y para cristianos. Sí, decir Navidad es, sobre todo, acoger a Jesús en mi vida, inspirar mi conducta diaria en su Evangelio.
                                                                                Ahora, en las celebraciones del Adviento, la liturgia nos habla con frecuencia del Precursor de Jesús, de Juan Bautista. Mirarle a él y escucharle con atención puede ayudarnos para esa acogida que el Salvador merece.

                         UN HOMBRE AUSTERO Y HUMILDE

  No hay más que ver cómo viste y de qué se alimenta. Juan fue muy austero y profundamente humilde. Austeridad y humildad, dos virtudes importantes en el catálogo cristiano y que todos debemos practicar. Bien entendido que imitar hoy al Bautista no significa vestir, comer y vivir exactamente como él lo hacía. Pero sí necesitamos imitar su austeridad adaptada a nuestro tiempo.
Hoy la propaganda consumista nos invita a rodearnos de una serie exagerada de comodidades y a gastar nuestro dinero en cosas superfluas e innecesarias, a no privarnos de nada. Pensemos concretamente en lo mucho que se derrocha inútilmente con motivo de la Navidad, una celebración que invita tan claramente seguir las huellas del Salvador: austeridad y pobreza extrema.

    Y no debemos tirar así el dinero cuando hay tantos seres humanos que carecen de lo indispensable para vivir con dignidad. Un cristiano como tal, nunca podrá decir: "Mi dinero es mío y hago de él lo que quiero", una frase, que, a veces, escuchamos. ¡Cuidado! Mi dinero es mío hasta cierto punto. Los bines que yo poseo tienen también, por voluntad del Creador, un destino social. No hay, por tanto, derecho a que unos lo tengan todo y otros carezcan de lo indispensable.

    La austeridad nos educa a todos, nos hace más fuertes en las luchas de la vida, modera y encuaza nuestras pasiones.

                                LA HUMILDAD DE JUAN BAUTISTA

    Pero Juan destacó también por su humildad, supo estar siempre en su sitio. La gente le admiraba y le seguía con interés y muchos le tuvieron por el Mesías esperado, pero Juan enseguida les aclaraba: "Yo no soy el Mesías, yo ni siquiera merezco estar a sus pies para desatar la correa de sus sandalias, yo debo desaparecer para que Él suba, mi misión es preparar el camino".

     ¿Existe humildad en la sociedad actual? Hoy también hay, sin duda, muchas personas que tratan de seguir las sendas del Evangelio. Sin embargo, ¡cómo busca el protagonismo, el aplauso y la fama! Hasta en la práctica del bien buscamos frecuentemente el aplauso y el reconocimiento expreso: que sepa bien los donativos que doy o los servicios que presto en esta o aquella causa social.

              Preparemos el camino para que el Señor nazca, que sea Navidad en nuestras vidas, imitando la humildad de Juan Bautista. Que el hombre pecador, soberbio, avaro o frívolo, vaya cediendo paso al hombre austero, humilde, justo y fraternal. Esto ya es vivir el Adviento y preparar seriamente la Navidad.