ANTE UN NUEVO CURSO ACADÉMICO

       

        Estamos comenzando un nuevo curso académico y es bueno recordar que en él los alumnos reciben instrucción pero deben recibir también educación. Instrucción y educación son dos temas importantes pero distintos. Lo bueno sería que ambos fueran bien atendidos y comunicados a los alumnos ya desde la escuela primaria.
                      ACLARANDO CONCEPTOS

   Con la instrucción lo que hacemos es que el alumno aprenda cosas, adquiera un determinado nivel de conocimientos, sepa mucho de historia, de geografía, de matemáticas, de las diversas asignaturas que figuran en el curso escolar.
                                                                   La educación, en cambio, pretende que el alumno madure progresivamente como persona, se haga más responsable de sus actos y aprenda a hacer frente a los problemas que surjan a lo largo de la vida. Diríamos, por tanto, que si la instrucción es importante, más aún lo es una buena educación.
El ideal es que las dos caminen juntas.
                                                              Ahora, la tarea de educar no es sólo propia del centro escolar. El primer centro educativo debe estar en la familia, educar es tarea principal de los padres, ellos son los primeros educadores de sus hijos. Ellos deben interesarse porque sus hijos adquieran unas creencias y unos principios morales en que basar su conducta; que tengan unas costumbres y unos hábitos dignos; que sean personas honradas, fieles y veraces.

                    IMPORTANCIA DE LA CATEQUESIS

   Partiendo del papel tan importante de la familia, sobre todo de los padres, en la educación de sus hijos, si estos padres son cristianos, su papel de educadores implica transmitir a sus hijos una catequesis sobre las verdades de nuestra fe. Ellos deben ser también los primeros catequistas de sus hijos en el hogar. Catequistas con la palabra y, sobre todo, con el ejemplo de sus vidas cristianas. Pero sin olvidar que esta importante tarea doméstica deben completarla enviando a sus hijos a la catequesis parroquial. Allí los niños y adolescentes, además de adquirir conocimientos sobre la fe cristiana, se acostumbran a celebrarla comunitariamente con otros compañeros y personas mayores. Así van adquiriendo algo muy importante: el sentido comunitario de la vida cristiana. Sí, yo no soy cristiano aisladamente, lo soy en comunión con los demás cristianos. Todos somos miembros de una gran comunidad, que es la Iglesia.
                    EL PARECER DE UNOS JÓVENES
                                        CRISTIANOS

             Hace algunos años jóvenes pertenecientes a movimientos cristianos afirmaban que el clima de fe en sus hogares les había ayudado decisivamente a tomar en serio a Jesucristo, a seguir su doctrina y a imitar su vida. Y, dentro del ámbito familiar, valoraban especialmente el que los padres se quisieran entre sí, se preocuparan mucho por el bien de sus hijos y se relacionaran amistosamente con todos.
                                          En fin, lo que más valoran de sus padres, aunque no siempre estén de acuerdo con sus ideas, es le testimonio práctico y la coherencia en sus vidas.