"LOS SANTOS, TESTIGOS Y COMPAÑEROS DE ESPERANZA"

                                        
                                   
   Traemos hoy esta página de Pobo de Deus palabras del Papa Francisco alusivas a los santos como testigos y compañeros de esperanza. Alude el Pontífice a tres momentos de la vida cristiana en que son especialmente invocados: en el Bautismo, en la celebración del Matrimonio y en la liturgia de la Ordenación Sacerdotal. 
                      EN EL DÍA DE NUESTRO BAUTISMO
 
                                                           "El día de nuestro Bautismo se repite para nosotros la invocación a los santos. Muchos de nosotros en ese momento éramos niños en los brazos de nuestros padres. 
                                          Poco antes de recibir el óleo de la unción bautismal como catecúmenos, símbolo de la fuerza de Dios en la lucha contra el mal, el sacerdote invita a toda la asamblea a rezar por aquellos que están a punto de recibir el bautismo, invocando la intercesión de los santos. Esta es la primera vez que en el curso de nuestra vida, se nos regala la presencia de los hermanos y hermanas "mayores", que han pasado por nuestro mismo camino, que han vivido nuestras mismas fatigas, y viven para siempre en el abrazo de Dios".

           EN LA CONSAGRACIÓN DEL AMOR CONYUGAL 

   "La del bautismo no es la única invocación a los santos que marca el camino de la vida cristiana. Cuando los novios consagran su amor en el sacramento del matrimonio, se invoca, de nuevo, para ellos -en esta ocasión como pareja- la intercesión de los santos. Y esta invocación es fuente de confianza para los dos jóvenes que parten hacia el "viaje" de la vida conyugal. Quien ama de verdad tiene la necesidad y el valor de decir "para siempre", pero también sabe que necesita de la gracia de Cristo y de la ayuda de los santos.
Por esto, en la liturgia nupcial, se invoca la presencia de los santos"

            UN MOMENTO CONMOVEDOR DE LA
                   ORDENACIÓN SACERDOTAL

   "También los sacerdotes custodian el recuerdo de una invocación a los santos pronunciada sobre ellos. Es uno de los momentos más conmovedores de la liturgia de la ordenación. Los candidatos se echan a tierra, con la cara vuelta hacia el suelo. Y toda la asamblea
guiada por el obispo, invoca la intercesión de los santos.
  Un hombre, que permanece aplastado por el peso de la misión que se le confía, pero que al mismo tiempo siente todo el paraíso en sus espaldas; siente que la gracia de Dios no faltará, porque Jesús permanece siempre fiel, y por tanto se puede partir serenos y llenos de ánimo. No estamos solos".

              NUESTRA HISTORIA NECESITA MÍSTICOS

  "Somos polvo que aspira al cielo. Débiles en nuestra fuerzas, pero potente el misterio de la gracia que está presente en la vida de los cristianos. Somos fieles a esta tierra, que Jesús ha amado en cada instante de su vida, pero sabemos y queremos esperar en la transfiguración del mundo, en su cumplimiento definitivo, donde finalmente no habrá más lágrimas, ni maldad ni sufrimiento. Que el Señor nos dé la esperanza de ser santos. Es el gran regalo que cada uno de nosotros puede devolver al mundo. Que el Señor nos dé la gracia de creer tan profundamente en Él, que podamos volvernos imagen de Cristo en este mundo. Nuestra historia necesita "místicos". Tiene necesidad de personas que rechazan todo dominio, que aspiran a la caridad y a la fraternidad. Hombres y mujeres que viven aceptando también una porción de sufrimiento, porque se hacen cargo de la fatiga de los demás. Y sin ellos, estos hombres y mujeres, el mundo no tendría esperanza".