SEGUIR A JESUS, NUESTRO MAESTRO

          Qué injustos fueron con Jesús sus paisanos de Nazaret. Él acababa de iniciar su vida publica, como predicador del Evangelio, por los pueblos y ciudades de Palestina. A los oídos de sus paisanos llegan noticias sobre su fama como predicador, sobre la sabiduría de sus palabras, los signos extraordinarios que realiza y el entusiasmo que despierta en las multitudes. Y, sin embargo, cuando llega a Nazaret, el pueblo donde había vivido como un vecino mas durante muchos años, y le escuchan en la sinagoga, comprobando su sabiduría, lo desprecian. Lo desprecian porque era de familia humild , no tenía categoría social, no tenía categoría social, no poseía  títulos, era pobre. Un hombre así, - pensaban ellos-, ¿Qué nos va a   aenseñar
a nosotros?
                   FALLOS  QUE, CON FRECUENCIA, SE 
                                   REPITEN HOY

    ¡Qué manera tan pobre de juzgar a una persona! Y lo triste es que esto se repite también hoy muchas veces entre nosotros: juzgamos a muchas personas por el oficio que desempeñan, por las amistades que frecuentan, por el coche que usan o por el traje que visten....Pocas veces valoramos a las personas por lo que son; con frecuencia lo hacemos por lo que tienen oh parecen tener.

     En la antigua sociedad romana había dos clases de personas  los señores y los exclavos. Los señores tenían todos los derechos y los esclavos ninguno.

             Pues bien, al difundirse el Evangelio en aquella sociedad, hubo señores y hubo esclavos que se convirtieron al cristianismo. Y, desde entonces, aquellos señores que antes trataban a los esclavos como seres inferiores y sin derechos, al hacerse cristianos cambiaron radicalmente: unos y otros empezaron a tratarse como hermanos, pues compartían la misma fe y participaban juntos en las celebraciones religiosas.

     Es que el Evangelio, cuando lo asumimos de verdad, nos lleva a un cambio radical en la forma de juzgar y valorar a las personas. Valorar a alguien solo como criterio económico, solo por su brillo social, por las amistades que tiene o por títulos que posee...eso no es lo cristiano. Para un creyente el centro de su vida esta en Dios, nuestro creador y nuestro padre. Esta en amar a Dios sobre todas las cosas ya amar también al prójimo, a todo ser humano, pues compartimos todos la misma condición de Hijos de Dios.

                       LA DIGNIDAD DEL TRABAJO
                          INTELECTUAL Y MANUAL

        Aquellos vecinos de Nazaret menospreciaban a Jesús porque pertenecía a una familia humilde. Y ¡Cómo se equivocaron! ¡Cuantas personas hay también entre nosotros que merecen el máximo respeto y que merecerían grandes homenajes y condecoraciones por la labor silenciosa que realizan: por ejemplo, tantos padres y madres de familia que luchan y se sacrifican por dar un porvenir digno a sus hijos, privándole ellos de muchas cosas. Y todo esto lo realizan sin llamar la atención, sin perder la paz, demostrando en ello una madurez extraordinaria.

        Es importante, en estos casos, dedicar todos unos momentos a la reflexión y hacernos ciertas preguntas: ¿Caigo también yo en el defecto grave de aquellos vecinos de Nazaret que menospreciaron a Jesús simplemente por haber nacido y crecido en el seno de una familia humilde? Los cristianos, debemos actuar siempre en la vida guiados, no por criterios mundanos sino por criterios evangélicos. Nuestro maestro debe ser siempre la persona de Jesús.