LA TENTACIÓN EN LA VIDA HUMANA

        Nuestra vida aquí en la tierra está llena de tentaciones. Por una parte, nos gusta practicar el,bien y alabamos a quienes lo hacen. Pero el mal también tira mucho por nosotros, sentimos su atractivo y con frecuencia nos vence la tentación. Por eso, en nuestros labios y en nuestro corazón  ha de estar muchas veces la, petición del "Padre nuestro: no nos dejes caer en la tentación".
El antiguo Pueblo de Israel, al regresar de la esclavitud en Egipto y mientras atravesaba el desierto, sufrió una triple tentación; la tentación del pan, la tentación del agua y la tentación de la idolatría

            EL HAMBRE Y LA SED EN EL DESIERTO

       Si, en el desierto el pueblo sintió hambre ya echaba de menos su estancia en Egipto, donde había sido esclavo del Faraón pero donde, al menos, podían comer lo suficiente. Lo que les interesaba, en esta situación dura, era llenar el estomago; no les importaban los planes que Dios tuviera sobre ellos al liberarlos de la esclavitud.

    También nosotros, en nuestro caminar por la tierra, sentimos este tipo de tentaciones. No tanto la tentación del pan material que hoy;
a Dios gracias; no nos falta, pero si la tentación de otras clases de pan: la tentación del mínimo esfuerzo, la tentación de la comodidad el no querer que me molesten, etc.

                     El antiguo pueblo de Israel, a su paso por el desierto, también sintió sed, y quería que Dios hiciera el milagro de darles agua abundante sin esfuerzo alguno por parte de ellos. Concebían a Dios como un socorrista: dispuesto siempre a facilitarles todo. Pero Dios les decía y nos dice también a nosotros: trabaja, esfuérzate, ayúdate y te ayudaré, para eso te he dado la inteligencia y otros medios.

     Los males del mundo los creamos nosotros, no los crea Dios. Somos nosotros, por tanto, quienes debemos tratar de eliminarlos.

                           SEGUIR LA VOZ DE JESUS

               Jesús, nuestro Salvador, no vino a eliminar el mal; vino a enseñarnos el camino para librarnos del mal: esfuérzate, se austero, no te dejes dominar por tus impulsos, ama a todos, perdona al que te haya ofendido, devuelve bien por mal.

                   Otra tentación que también sintió el antiguo pueblo de Israel fue la tentación de la idolatría: abandonar al Dios verdadero y adorar a ídolos de oro y plata, al estilo de otros pueblos paganos.

              Nosotros también construimos muchas veces ídolos a los que rendimos un culto especial, abandonando de algún modo al verdadero Dios. Vivimos mucho para la galería, nos gusta figurar, llamar la atención, salir en los medios de comunicación, tener abundancia de cosas, ser "modernos", que nadie nos tenga por pobres o atrasados, etc. Ahora, detrás de muchos lujos y fortunas que podemos ver en nuestra sociedad, sean del tipo que sean, y de los que nos gustaría ser protagonistas, pueden esconderse robos, injusticias, variedad de pecados. Si, hay muchas cosas que nos atraen, tiran de nosotros y, en la practica, las valoramos mas que al verdadero Dios.
                          Pues bien, recordando aquellas palabras de Josué al pueblo de Israel: "¿Queréis servir al Señor, si o no?", bien estará que cada uno de nosotros nos hagamos también preguntas como estas: ¿Quiero seguir a Jesús, si o no? ¿Presto atención a su palabra y le hago caso? ¿Soy de los que no faltan ningún domingo a Misa, pero luego en mi vida familiar, profesional o social vivo como si no fuera cristiano?
                          Nuestra respuesta debería ser la misma de Pedro a Jesús: "Señor, ¿a quien vamos a seguir mas que Ti, pues tu tienes palabras de vid eterna?