LA IGLESIA EN NUESTRAS VIDAS

                     Entre los grandes amores de un cristiano debe figurar siempre la Iglesia, de la que todos formamos parte desde que recibimos el sacramento del Bautismo. A ella dedicamos hoy esta pagina de Pobo de Deus.

              ¿QUÉ ES LA IGLESIA?   ¿CÓMO ES LA  IGLESIA

        En la Iglesia debemos distinguir siempre dos aspectos: el externo y visible de la misma su aspecto intimo.
                                                     En el aspecto externo la Iglesia tiene una organización territorial, constituida por las Diócesis y Parroquias. Tiene una jerarquía que la gobierna, el Papa desde Roma como suprema autoridad de toda la Iglesia, y los obispos, uno al frente de cada diócesis. Las parroquias, por su parte, son parcelas de la diócesis, atendidas por sacerdotes.

   La cara visible de la Iglesia también la constituyen las múltiples comunidades de hombres y mujeres que han consagrado sus vidas a Dios enmlosmdiferentes institutos religiosos. Así, muchos colegios hospitales, residencias de ancianos, orfanatos y centros benéficos que ayudan a pobres y necesitados, están atendidos por estos religiosos o religiosas de la Iglesia católica.

   Ahora, esta organización visible de la Iglesia no lo es todo en ella. Lo mas importante es la presencia de Cristo como cabeza de esta Iglesia, visiblemente representado en la tierra por el Papa.
Y muy importante también la presencia del Espíritu Santo, como su alma que la vivifica y anima.

                 UNA INICIATIVA DEL MISMO DIOS

  Lo que distingue a la Iglesia de cualquier otra sociedad, es que existe como tal Iglesia por iniciativa del mismo Dios. El Concilio Vaticano II dice que la Iglesia es un proyecto de Dios Padre, ejecutado en el tiempo por el Hijo y que vive y se prolonga en la historia por la acción del Espíritu Santo.
                                                                La Biblia nos recuerda que Dios creó al hombre y quiso elevarlo a la categoría de hijo suyo haciéndolo partícipe de su vida divina. Pero el hombre pecó, siendo infiel al plan de Dios. Sin embargo Dios no por eso lo abandonó a su propia suerte, sino que prometió el envío de un Salvador que fundaría un nuevo Pueblo, el Pueblo de Dios, la Iglesia. Este Salvador, del que tanto hablaron los profetas del Antiguo Testamento, es Cristo, el Hijo de Dios humanado. Él invitó a todos a convertirse y puso las bases de la Iglesia, encargada de continuar su misión redentora a través de la historia. Para ello eligió a los doce Apóstoles, nombró a Pedro cabeza de la misma, instituyó la Eucaristía y el sacerdocio ministerial, nos dejó su mensaje de Salvación y nos mandó difundirlo por todo el mundo.

      El Espíritu Santo, anunciado por Jesús, vino sobre aquella primitiva comunidad cristiana el día de Pentecostés y le dio el empujón definitivo para que iniciase con entusiasmo su expansión por todo el mundo.

            INSPIRADA EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD

     En las imágenes bíblicas sobre la Iglesia, ésta aparece siempre en forma de comunidad. El mismo nombre de Iglesia sugiere la idea de comunidad. De hecho, los cristianos desde el principio aparecen formando comunidades en las que comparten todo y se saludan unos a otros como hermanos. En efecto, la Iglesia es una comunidad inspirada en la Santísima Trinidad. Los lazos que unen a los que formamos esta comunidad no son lazos de sangre o lazos profesionales; son lazos sobrenaturales. La misma fe, la misma condición de hijos de Dios, la misma presencia salvadora de Cristo y del Espíritu Santo.
                                  Sintámonos Iglesia, pues formamos parte de ella desde el día de nuestro Bautismo, amémosla con corazón de hijos y esforcémonos por vivir de acuerdo con el Evangelio para hacer más atractiva la presencia de la Iglesia en el mundo.