VIVAMOS LA CUARESMA

      Un rito sencillo pero muy significativo: la imposición de la Ceniza.
                   Con el iniciamos el Tiempo de Cuaresma, que dura cuarenta días. Cuarenta días que recuerdan aquellos días de oración y penitencia vividos por Jesús en el desierto antes de iniciar la predicación del Evangelio.
                            La Cuaresma nos invita a encontrarnos con nosotros mismos, a mirar hacia dentro y a revisar a la luz del Evangelio el tipo de vida que llevamos.     

Un tiempo que invita constantemente a la conversión para sustituir un tipo de vida marcado por el egoísmo por otro que se inspira en el amor a Dios y al prójimo.

                ES UN CAMINO HACIA LA PASCUA

       La vida de Jesús sobre la tierra no culmino en el sacrificio doloroso de la cruz sino en la gloria de la Resurrección. Ahora bien, para alcanzar esta meta gloriosa era necesario pasar antes   por la experiencia dolorosa de la cruz.
                                                                    La Cuaresma no es para nosotros una meta sino un camino hacia la Pascua de Resurrección.
     Jesús ha resucitado, tal como lo había anunciado El mismo, y su resurrección es garantía de la nuestra.

   La expresión "hacer penitencia", tan propia del tiempo cuaresmal, puede sonar a muchos a algo trasnochado y primitivo. Pero no es  así. Hacer penitencia significa, ante todo, convertirse; o sea, cambiar los criterios, sentimientos y actitudes egoístas que pueda haber en nosotros, por aquellos otros que Jesús nos inculca en su Evangelio. Por consiguiente, la penitencia es algo enormemente positivo, ya que perfecciona al individuo y le invita a construir una sociedad mas solidaria y justa.

                  CIERTAS FORMAS DE PENITENCIA

         Es cierto también que, cuando hablamos de penitencia, nos
referimos a ciertas prácticas que implican privaciones y renuncia como el ayuno y la abstinencia de la carne. No son las únicas, pero son dos tradicionales en la Iglesia. 
                                                       Ahora bien, estas practicas solo tienen valor y sentido cristiano si se realizan, no por si mismas 
- ayunar por ayunar no tiene sentido- sino como expresión de 
nuestra adhesión a Cristo y como un ejercicio de amor a Dios y al 
prójimo.
              Acontinuacion citamos cosas que hemos de evitar y que 
hoy constituyen también formas de ayuno y abstinencia:

         - El consumo desmedido de manjares, acompañado, a veces, 
de un intolerable despilfarro de recursos.

         - El uso excesivo de bebidas alcohólicas y tabaco

         - Los gastos excesivos en fiestas populares y aún religiosas

         - El recurso exagerado a la TV que puede crear dependencia
           dificultar la reflexión e impedir el dialogo en familia.

         - La búsqueda exagerada de formas de diversión, no para 
            recuperarse del cansancio sino para evadirse de las propias
            responsabilidades.