LA NATURALEZA MERECE UN RESPETO

        No es la primera vez que en POBO DE DEUS escribimos    sobre el respeto que debemos a la Naturaleza. Lo hicimos hace varios años, con ocasión de un documento publicado por los obispos franceses titulado "El respeto a la Creación".        También por entonces fueron dadas a conocer las conclusiones del llamado "Informe Acacia" encargado por la Unión Europea a un grupo de expertos para conocer los efectos del cambio climático.

                Los obispos franceses, en el documento citado, invitaban a todos, especialmente a los niños y jóvenes, a sensibilizarse frente a las amenazas - recordadas por los expertos- que pesaban sobre el medio ambiente. Cuidemos, decían, la salud del planeta y descubramos, al mismo tiempo, la belleza de la creación.

                 ECOLOGÍA Y FE CRISTIANA

                            Es penoso, sin duda, que la Naturaleza sufra hoy tantas agresiones, sea por la incuria de algunos individuos, sea por los abusos de una tecnología incontrolada o de turbios intereses económicos de ciertos grupos.

                           Ahora bien, si hablamos de luchar contra la contaminación ambiental, enseguida aparece la figura de los ecologistas - merecedores, desde luego, de todo respeto - que parecen apropiarse en exclusiva de la defensa del medio natural.

   En cambio, se habla y escribe poco de la ecología como exigencia de la fe y de la moral cristiana. ¿Acaso a un cristiano su fe no le obliga a amar la Naturaleza y a cuidarla con esmero? Claro que le obliga. Para un cristiano y para cuantos creen en Dios creador, la naturaleza es obra de ese Dios. Por consiguiente, todo agravio a la Naturaleza es también agravio al Creador. No esta en paz con Dios quien destruye o maltrata la Naturaleza.

                      LAS DOS ECOLOGÍAS 

                    La autentica ecología de lo que, en definitiva, trata es de devolver al mundo la belleza y equilibrio perdidos al olvidar el hombre los grandes valores Morales. Por eso es legitimo hablar de dos ecologías muy relacionadas entre si: la ecología cósmica y la ecología del espíritu.
                                     La primera pretende limpiar la atmósfera, las aguas o las calles, no quemar los montes y los bosques; luchar contra la extinción de especies animales, etc.

                   La ecología del espíritu invita a ser solidarios, a cultivar la bondad y el respeto hacia las personas, a cuidar la Naturaleza como obra que es de un Dios creador, y, por supuesto, a limpiar de ordinarieces nuestro lenguaje y a desterrar de las calles los insultos, las groserías y las blasfemias.

   ¿Es importante la ecología del espíritu? Tan importante que, sin ella, difícilmente va a prosperar la ecología cósmica.