RECUPERAR LA CONCIENCIA DEL PECADO

Nos hallamos en el tiempo de la Santa Cuaresma. Un tiempo penitencial por excelencia; un tiempo ideal para recuperar la conciencia del pecado y poder así combatirlo.
         Un tiempo muy apropiado para celebrar el sacramento de la Penitencia, una de cuyas partes es la confesión de los pecados ante el sacerdote, representante de Cristo.

                            EL PECADO EXISTE

         Fue Pío XII quien dijo hace mas de 40 años una frase digna de ser meditada: "La mayor desgracia del hombre actual es haber perdido la conciencia del pecado". Si esta afirmación de Pío XII era verdad entonces, hoy lo es mas. 
       En la calle se respira un desprecio olímpico de la norma moral. Su transgresión no constituye para muchos el mas leve motivo de inquietud; no les preocupa el mal moral o pecado.

   Y, sin embargo, el pecado esta ahí. Es una realidad que nace en el corazón del hombre y es, en definitiva, el egoísmo humano tomado como norma de conducta. La injusticia, el odio, la explotación del mas débil, la envidia, la ira, etc., son diversas versiones del egoísmo humano. Son diferentes formas de pecado. Y el no tener conciencia de ellas es grave.
                                   A nadie se le oculta que una sociedad en que predomine el egoísmo resulta incomoda, terriblemente injusta y de difícil convivencia.
                                Urge, pues, recuperar la conciencia del pecado para poder combatirlo eficazmente. Y la Cuaresma es un tiempo ideal para ello.

                           LA PRESENCIA DE DIOS
                               EN NUESTRAS VIDAS

                           Y podemos seguir preguntándonos: ¿Por que se ha perdido en muchos la conciencia del pecado? Porque primero se ha ido debilitando la vivencia de Dios. El pecado, al fin y al cabo, se produce cuando el hombre rompe su relación consciente con Dios, su Creador y Padre.
                                         Pues también la Cuaresma es tiempo ideal para recuperar la presencia de Dios en la vida del hombre. 
        Ojalá en este tiempo de gracia nos hagamos mas sensibles a la realidad del pecado, para poder combatirlo y testificar así que Dios ha irrumpido de nuevo en nuestras vidas.
                                                                       En fin, la Cuaresma es tiempo de sinceridad con uno mismo, tiempo de escuchar mucho a Dios y de abrirle el corazón.
                                              Vivamos la Cuaresma.