LA LUZ DE LA FE

                                                             
                          Hoy vamos a centrarnos en un episodio narrado en el capítulo 9 del Evangelio según San Juan: la curación por Jesús de un ciego de nacimiento. A través de este episodio parece oportuno hablar sobre la fe. Porque la fe es como una iluminación, un empezar a ver con ojos nuevos. La fe nos aclara muchas cosas de singular importancia: de dónde vengo, hacia dónde voy, qué camino debo recorrer. La fe da un sentido nuevo y gozoso a toda nuestra vida.

                                   EL ENCUENTRO CON LA PERSONA DE JESÚS

  Pero mirando lo que le ocurrió al ciego, vamos a ver lo que le ocurre al que de verdad cree en Jesús.
Lo primero que le ocurrió al ciego fue encontrarse con la persona de Jesús. Y esto cambió toda su vida: pasó de la oscuridad a la luz; pasó, como quien dice, de la muerte a la vida. Igual le ocurre al creyente: por la fe se encuentra con Jesucristo, luz del mundo. Muchos piensan que tener fe es creer con la mente unas cuantas cosas acerca de Dios o de Jesucristo. Pero eso sólo no es la verdadera fe.

   Tener fe en una persona es, ante todo, encontrarnos con esa persona y empezar a tratarla cada vez más íntimamente , llegando a amarla mucho. A partir de aquí estamos dispuestos a seguir sus consejos y deseos. La fe cristiana es también un enamoramiento. Y así las personas que más fe han tenido, los santos, vivían enamorados de una persona a la que trataban íntimamente y con inmenso cariño: Jesucristo.
                              Pentecostés es un buen momento, dentro del año cristiano, para provocar un encuentro con el Señor parecido al del ciego de nacimiento y decirle: " Señor que vea", Señor aumenta mi poca fe.
                                                            Lo segundo que le ocurrió al ciego de nacimiento, después de encontrarse con Jesús y adquirir el regalo de la luz, fue convertirse en testigo de Cristo ante todo el mundo; anunciando a todos lo que le había ocurrido y quien era el que había iluminado sus ojos y transformado su vida.

                                   EL CRISTIANO, ANUNCIADOR DE SU FE
                                                           EN JESUCRISTO

                           Un creyente no puede silenciar el tesoro de la fe que ha recibido. Debe anunciar a otros quién es Jesucristo y llevarlos al encuentro con él. Debe ser él mismo luz para otros con el testimonio de su propia vida.
                                               Ante la curación del ciego de nacimiento hubo reacciones distintas por parte de la gente. Así, los vecinos del ciego reaccionaron con alegría y gratitud hacia Jesús, pero los escribas y fariseos se enfurecieron contra él y contra Jesús por haber realizado la curación en el sábado, día sagrado para los judíos. De este modo el pobre ciego, ya curado, tuvo que sufrir incomprensiones y ataques muy duros.
                                                                Ser creyente es vivir como Jesús, siguiendo sus pasos y su doctrina. Ser creyente es decir no a tantas cosas a las que la gente dice sí.

    Ser creyente es perdonar al que le han ofendido, es adoptar una actitud de servicio a los demás, es rechazar la mentira, la hipocresía, la injusticia; ser creyente es mucho más que cumplir rutinariamente unas prácticas religiosas....
La fe, cuando la vivimos de verdad, llena nuestra vida y nos hace personas más felices. Al fin y al cabo, con la fe llevamos dentro de nosotros la Luz del mundo.