Así llamamos los cristianos al domingo. "El día del Señor". Este es el día de la semana siempre festivo para los cristianos; en él se suspenden las faenas laborales ordinarias de los otros días y se honra especialmente al Señor, participando en la celebración comunitaria de la Eucaristía.
UN LOGRO SOCIAL MUY
IMPORTANTE
Sabemos que, al hablar de santificar el domingo, ello implica el culto especial a Dios participando en la Misa dominical, pero también el descanso laboral. Esto segundo, aparte su relación con el culto sagrado, hemos de verlo también como un logro social muy importante, que no debe perderse.
Es cierto que algunos trabajos, por constituir un servicio social indispensable, - pensemos, por ejemplo, en trabajos de tipo sanitario- deberán alzarse también en domingo. En estos casos la correspondiente autoridad civil deberá regularlos de modo que a nadie falte el dia de descanso semanal, preferentemente en domingo.
Y bien estará recordar, a propósito de este tema, que fue la Iglesia misma, experta en humanidad, la que impulso el descanso dominical, que luego aceptaría toda la sociedad.
Por otra parte, no olvidemos que ya en el Antiguo Testamento (antes de Jesucristo), había un día de descanso semanal -el sábado- que los judíos observaban con especial rigor: "Seis días trabajarás, pero el séptimo es día de descanso, dedicado a Yahvé, tu Dios" (Ex 20; 9-10). Dos aspectos, por tanto, tenía el Sábado para el pueblo Judío: era el día especialmente dedicado a Dios, día sagrado; y el día de descanso, suprimiéndose en él los trabajos ordinarios de la semana.
SANTIFIQUEMOS EL DOMINGO
El tercer mandamiento de la Ley de Dios prescribe para los cristianos que santifiquemos los días festivos, sobre todo el Domingo (Dies Domini, el Día del Señor). Los Evangelios, al hablarnos de la Resurrección de Jesucristo, la sitúan en el día siguiente al Sábado; día que para el pueblo judío era uno más de la semana, pero para nosotros los cristianos pasó a ser el Día del Señor, pues en él recordamos y celebramos uno de los misterios centrales de nuestra fe: la Resurrección de Jesucristo.
Santificar, pues, el Domingo incluye -como dijimos mas arriba- dos cosas: dar culto a Dios participando ese día con los demás cristianos en la celebración de la Eucaristía, y descansar de los trabajos ordinarios de la semana, para convivir en familia, cultivar las buenas amistades y crear fraternidad en un clima de fiesta y alegría.