LA CUARESMA: AYUNO, LIMOSNA Y ORACION.

         La Cuaresma es tiempo y don de Dios para nuestra conversión. Tiempo para tomar conciencia de la obra de Salvación realizada en Jesucristo y por Jesucristo.
             La Cuaresma es un tiempo muy apto para abrimos a la Palabra de Dios: leerla, meditarla, poner nuestra existencia bajo su luz.
                                       UN CLIMA DE ORACION
                                                Y PENITENCIA

      La Cuaresma es tiempo para vivir en un clima de oración: una oración de suplica humilde, confiada e insistente.
              Importante también en el camino cuaresmal es el ayuno.  Entendiendo por ayuno no solo el privarnos de ciertos alimentos sino el ayuno del pecado, el ayuno del "hombre viejo" o pecador, el renunciar a los propios intereses para seguir los caminos de Jesucristo, el privarnos de algo en favor de alguien necesitado...

                   La actual normativa eclesiástica que prescribe la abstinencia de carne en los viernes de Cuaresma, y el ayuno y la abstinencia en el Miércoles de Ceniza y en el Viernes Santo, puede ayudarnos a vivir ese segundo camino cuaresmal de renuncia al pecado y al los propios caminos para abrazar los caminos de Cristo.

                  Otra practica típicamente cuaresmal es la limosna como expresión de la caridad y la solidaridad.
                                                EL DECÁLOGO DE
                                                 LA CONVERSIÓN
                                                     CUARESMAL

Queremos ahora resumir en diez puntos todo aquello que implica la conversión cuaresmal.

                1.- La conversión es recordar que el Señor nos hizo  para si y que toda nuestra vida solo se
                     planifica cuando volvemos a Él.

                2.- La conversión es la llamada insistente a que asumamos nuestras debilidades y las
                     purificaremos.

                3.- La conversión es rectificar los pequeños o grandes errores y defectos de nuestra vida.

                4.- La conversión es entrar en uno mismo y, a la luz de la Palabra de Dios, tamizar la propia
                      existencia y descubrir lo que hay en nosotros de vana ambición, presunción innecesaria
                      de limitación y egoísmo.

                5.- La conversión es cambiar nuestra mentalidad mundana, lejana al evangelio, y
                     transformarla en una visión cristiana y sobrenatural de la vida.

                6.- La conversión es cortar nuestros caminos de pecado, de materialismo, paganismo,
                     consumismo, sensualismo, secularismo e insolidaridad y emprender el verdadero
                     camino de los Hijos de Dios.

                7.- La conversión es examinarnos de amor y encontrar nuestro corazón y
                     nuestras manos mas o menos vacías.

                8.- La conversión es renunciar a nuestro viejo y acendrado egoísmo, que cierra las puertas
                      a Dios y al prójimo.

                9.- La conversión es mirar a Jesucristo y contemplar su cuerpo desnudo y roto, y responder
                     con amor al que es AMOR y no es amado.

               10.- En definitiva, la conversión, obra de la gracia de Dios y del esfuerzo del hombre, será
                      encuentro gozoso, sanante y transformador en Jesucristo.