Con frecuencia en las lecturas bíblicas de la Misa encontramos frases del llamado Sermón de la Montaña, pronunciado por Jesús. Un sermon que es como la ley básica del cristiano. Una ley sobre la que hemos de construir nuestra vida como creyentes en Cristo.
Pues bien, allí encontramos estas frases llamativas: "Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian y orad por los que os persiguen". Corrige así Jesús esta otra frase tradicional: "y odiaras a tu enemigo".
JESUS RECHAZA LA VENGANZA
Antes de Jesús predominaba la llamada ley del talión: "Ojo por ojo, diente por diente", es decir, "el que las haga que las pague". Era la ley de la venganza; ley que Jesús rechaza como norma de conducta. El ha venido a establecer un orden nuevo de valores y quiere, en concreto, que la ley de la venganza sea sustituida por la ley del perdón.
Por consiguiente, para un cristiano el enemigo personal ya no es un individuo al que hay que perseguir hasta que pague todo el mal que haya hecho. El enemigo es su prójimo, al que debe perdonar las ofensas por amor a Dios, que es Padre común de todos.
Recordemos que cuando a un insulto respondemos con otro insulto mayor, o cuando, al sentirnos heridos, reaccionamos hiriendo, se esta desencadenando la espiral de la violencia. Las agresiones de por si engendran agresiones; la violencia engendra nueva violencia y no habrá por este camino, una convivencia amistosa y en paz, ya que la meta que uno se propone es acabar con el otro, destruirlo. La solución esta en romper esa espiral, renunciando a la venganza como actitud y abriéndonos al perdón.
EL CAMINO DEL AMOR Y DEL PERDÓN
Jesús, para inculcarnos el perdón y evitar la venganza, usa frases que pueden causar extrañeza y asombro a muchos oyentes "Al que te pega en una mejilla, preséntale también la otra", "al que te quita la capa, déjale también la túnica". No quiere decir con estas frases que no podemos defendernos cuando somos injustamente agredidos de palabra o de obra. Todos tenemos derecho a una legitima defensa. Lo que Jesús quiere recordarnos es que un cristiano nunca debe reaccionar ante su enemigo con odio y venganza en el corazón.
Jesús ha venido a inaugurar una etapa nueva en la historia de la humanidad. Ha venido atraer una civilización nueva: la Civilización de Amor. Ha venido a recordarnos que Dios es nuestro Padre; Padre mío y Padre de todos. Y los demás -sean buenos o malos- son mis hermanos.
Esto no impide que los delitos cometidos deban ser castigados en justicia por el bien de la sociedad. Lo que se pide a la persona ofendida, a la misma que denuncia al ofensor ante la justicia humana, es que no cultive el odio en su corazón y que sepa otorgar siempre el correspondiente perdón. No es fácil cumplir esto, pero es posible y es, además, la solución para crear un clima de paz.
El camino para alcanzar esta meta que Jesús propone a sus discípulos, es que nos acostumbremos a ver en cada persona algo más que sus gestos y palabras. Que nos acostumbremos a ver a un hijo de Dios -un mal hijo, tal vez-, pero siempre un hijo de Dios. Este modo de mirar a las personas es el que hacía exclamar a Jesús desde la cruz: "Padre, perdónales pues no saben lo que hacen".
Ojalá que, en un mundo lleno de odios y rencores, tengamos unos ojos nuevos para ver en todo ser
humano un hijo de Dios, y que el amor y el perdón sea siempre la ley que nos guíe...