Hay españoles a quienes molesta que la Iglesia alce su voz crítica y denuncie campañas ofensivas a la moral natural y a la moral cristiana.
Tampoco faltan protestas cuando de la Administración Pública vienen ayudas económicas a instituciones sociales de la Iglesia o a ciertos grupos de índole confesional. Como si los componentes de estas entidades no fueran tan ciudadanos españoles como los de cualquier otra agrupación cultural, política o sindical.
LA IGLESIA ACEPTA Y DESEA UN ESTADO ACONFESIONAL
Sí, la Iglesia acepta y desea que hoy el Estado Español sea aconfesional y que así le reconozcan por igual los derechos de todas las confesiones religiosas. Ella quiere que las relaciones Iglesia-Estado se rijan por el criterio de una mutua independencia, pero también por el respeto mutuo a las competencias propias de cada uno. Y una de las competencias irrenunciables de la Iglesia es la denuncia profética y la defensa de los grandes valores religiosos y morales.
NO CONFUNDIR ESTADO Y SOCIEDAD
Los que niegan a la Iglesia el derecho a hablar públicamente aduciendo que vivimos en un Estado aconfesional, confunden lamentablemente dos cosas muy distintas: Estado y Sociedad.
El Estado es un organismo de gobierno de la sociedad. Es el que, a distintos niveles, organiza y gobierna la sociedad ayudándole a conseguir el bien común.
Por eso, decir Estado aconfesional no equivale a decir sociedad aconfesional. La sociedad somos el conjunto de personas, de ciudadanos que vivimos en el país. Y las personas podemos ser creyentes o no creyentes, de ésta o de aquella confesión religiosa. Y esto no tenemos por qué ocultarlo ni debe molestar a nadie, ni nadie tiene derecho a impedírnoslo. Así, es compatible que un Jefe de Gobierno de un Estado aconfesional vaya a misa si es católico. No irá como Jefe de Gobierno, pero sí como persona concreta que se profesa católica.
UN DERECHO FUNDAMENTAL: LA LIBERTAD RELIGIOSA
El papel de un Estado aconfesional no es tapar la boca a la Iglesia ni a ninguna otra confesión religiosa, sino facilitar el que todas, en un clima de armonía y respeto mutuo, desarrollen libremente sus actividades propias. Concretamente, en España el Estado no puede ignorar la existencia de un colectivo tan importante como es la Iglesia Católica, dentro de la cual realizan su vida millones de españoles que son tan ciudadanos como el resto. Mucho menos puede atacarla o desprestigiarla.
El Estado está para garantizar los derechos fundamentales de todos los ciudadanos; y uno de ellos -contenido expresamente en la Constitución- es el derecho a la libertad religiosa...