HECHOS PARA CONVIVIR

Los seres humanos somos por naturaleza seres sociables, hechos para convivir. Es más, la ayuda mútua nos es indispensable muchas veces.
Ahora, courre que venimos padeciendo los zarpazos de una situación un tanto caótica en el ámbito de las costumbres. Se habla mucho de inseguridad ciudadana y de corrupción generalizada; los medios de comunicación, sobre todo la televisión, transmiten a menudo escenas cargadas de violencia; abunda el lenguaje desabrido e insultante... Muestras todas ellas de una pérdida notable de valores éticos, indispensables para una convivencia en paz.



EDUCAR PARA LA CONVIVENCIA


Por eso urge educar para la convivencia a los niños y jóvenes de hoy. Ello exige cultivar, entre otros, cuatro valores éticos, tan básicos como la veracidad, la fidelidad, la tolerancia y el diálogo.


Si en nuestras relaciones humanas acudimos con frecuencia a la mentira, a la trampa o al engaño y marginamos la verdad, estaremos creando un mundo de hombres recelosos y desconfiados, incapaces de amistad.


En esa situación tal vez podamos coexistir, pero nunca convivir. Por eso insistimos en que la veracidad es un valor fundamental para la convivencia humana.



LA FIDELIDAD,


LA TOLERANCIA Y EL DIÁLOGO


Muy relacionada con la veracidad está la fidelidad, otro valor moral hoy tan devaluado. Por eso se habla mucho de matrimonios rotos, de promesas incumplidas, de secretos violados, de transfuguismo político, etc.


Una convivencia humana seria y estable exige claramente que seamos fieles a la palabra dada y a la propia vocación; fieles al amigo y fieles a las exigencias del cargo o profesión que uno tiene.


Otro valor muy importante es la tolerancia. El saber respetar a todos aunque sus creencias religiosas, sus ideas políticas o sus convicciones sociales no coincidan con las de uno. Lo contrario se llama fundamentalismo, una actitud que hoy amarga la paz social en bastantes lugares del mundo.


Finalmente, la tolerancia facilita otro valor moral tan necesario para una gran convivencia: el diálogo. Los conflictos entre seres humanos no tienen que resolverse a base de insultos o a tiros, de una forma salvaje, simno acudiendo a algo tan civilizado como es el diálogo sereno y respetuoso entre las partes.


Una gran tarea, sin duda, ésta de educar para la convivencia. A este propósito recomendamos leer el capítulo tercero de la Carta de San Pablo a los colosenses.