En estos últimos días del mes de diciembre todos nos saludamos diciendo: ¡Feliz navidad! ¡Bo Nadal! ¿Hay algún motivo especial para mostrarnos alegres, sentirnos felices?
Sí, lo hay. El motivo es que Dios es Amor y tanto se ha acercado a nosotros con entrañas de padre que ha querido compartir nuestra existencia humana, con sus alegrías y penas....
¡Nos ha nacido un Salvador, Cristo el Señor!
MIRA AL QUE NACIÓ EN BELÉN
Muchas veces nos quejamos de cosas que nos pasan en la vida, de la mala suerte que tenemos. Y, a veces, hasta nos preguntamos con rabia: ¿qué le habré hecho yo a Dios para que me trate así? Queremos que todo nos salga a pedir de boca, ¡y nos quejamos del mismo Dios!
Y, resulta que Dios ha hecho por nosotros mucho mas que suprimir las desgracias y contratiempos de la vida. Él ha venido a compartir nuestra vida terrena con sus alegrías y penas, éxitos y fracasos... ¿Eres pobre, te sientes despreciado, te acosa la enfermedad...?
Pues mira: Él nació en extrema pobreza, su cuna fue un pesebre y su casa natalicia una cueva. Después, durante treinta años, vivió una vida monótona y oscura, ayudando en su taller al carpintero de Nazareth.
Pues mira: Él nació en extrema pobreza, su cuna fue un pesebre y su casa natalicia una cueva. Después, durante treinta años, vivió una vida monótona y oscura, ayudando en su taller al carpintero de Nazareth.
Más tarde recorrió Palestina predicando el mensaje salvador del Evangelio; pero su doctrina molestaba a algunos y fue condenado a una muerte humillante y dolorosa: ¡clavado de pies y manos en una cruz!
LA BUENA NUEVA DE LA NAVIDAD
Sí, Dios ha venido a compartir nuestra existencia humana. Es la gran nueva que nos brinda la Navidad. Por eso hemos de poner mucha más ilusión en nuestra vida, animarnos a seguir luchando sin tregua por superar nuestras miserias y raquitismos: Dios está a nuestro lado, es nuestro compañero en el viaje de la vida. Todo esto nos recuerda la Navidad.
La Navidad es una fiesta de Luz: las calles se iluminan gozosamente de noche, los árboles florecen en nuestros hogares con luces de mil colores.... Sí, los hombres asocian la Navidad con la luz. Desde que Dios vino al mundo en carne mortal, está muy claro lo que Dios quiere de nosotros: que seamos LUZ para que, viendo nuestras buenas obras, todos glorifiquen al Padre celestial.
Desde que el Hijo de Dios nació en Belésn está claro que Dios es nuestro Padre, que los hombres somos hermanos y que a Dios y a los hermanos hay que amarlos. En esto se resume la vida del cristiano.
Pero ¿cómo amar a Dios y a los hermanos?
A partir de la Navidad la respuesta es clara y contundente: igual que lo hizo Jesús, con su misma sencillez, con su misma sinceridad. El será siempre nuestro modelo a imitar.
Navidad es la fiesta de la Luz. Es posible que sintamos la tentación de no mirar fijamente a la gruta de Belén; que tengamos miedo de mirar a la Luz del mundo que es Jesús; que tengamos miedo a lo que nos pide el Niño nacido en Belén. Pero sí al menos, reconocemos que estamos lejos de vivir como nos exige el misterio de Belén y ello nos duele, ésta es ya una actitud que nos permitirá decir: ¡Feliz Navidad!