Benedicto XVI acaba de estar en Portugal en visita apostólica. Ha estado en Lisboa y Porto, las dos ciudades más importantes del país, aunque el motivo de su viaje era, sin duda, el Santuario de Fátima.
El actual Papa está recorriendo los principales santuarios de la cristiandad.
Ha estado en Aparecida, Mariazelli, Lourdes, Czestochowa, San Giovanni, Rotondo y otros santuarios de Italia muy venerados. Recientemente ha visitado también la catedral de Turín y allí ha venerado la Sábana Santa en la que fue envuelto el cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz. Y hace un año peregrinó a Tierra Santa.
Como buen Pastor de la Iglesia, el Papa sabe de la importancia y significado de todos estos lugares y del amor que les profesan cientos de miles de fieles de todo el mundo.
EL TERCER PAPA QUE VISITA PORTUGAL
Este viaje del Papa coincidió con el décimo aniversario de la beatificación de Francisco y Jacinta y el centenario del nacimiento de la sierva de Dios Lucía, los tres pastorcitos a los que se apareció la Virgen en Fátima el año 1917. Estas apariciones marcan un antes y un después en la historia religiosa y social de Portugal, y diríamos que también lo marcan en la historia de la Iglesia del siglo XX. Desde entonces en Fátima se da cada año una fuerte presencia de peregrinos de Portugal, de España y de otros muchos países.
Benedicto XVI es el tercer Papa que visita Portugal. Pablo VI lo hizo en 1967 y Juan Pablo II en 1982, 1991 y 2000. Para Juan Pablo II la primera peregrinación a Fátima fue de agradecimiento a la Virgen por haber salido ileso del mortal atentado contra él en la plaza de San Pedro justamente el 13 de mayo de 1981. La bala del atentado quedaría colocada, por voluntad del Papa, junto a la corona de la imagen de Nuestra Señora.
CONVERSIÓN Y ESPERANZA
Con ocasión de la peregrinación de Benedicto XVI los obispos portugueses recordaron que el Santuario de Fátima "irradia por todo el mundo un mensaje de conversión y esperanza... La llamada que Dios nos hace llegar a través de la Virgen Santa conserva intacta, aun hoy, su actualidad".
La esperanza, en efecto, es muy necesaria tanto para la vida social y pública del pais luso como para la misma Iglesia en horas quizás de estancamiento.
En su mensaje los obispos se han marcado de cara al futuro 4 objetivos que también sirven para nuestra Iglesia en España: Reavivar nuestra fe a través de un encuentro con la Palabra de Dios; dinamizar nuestra esperanza para que podamos abrir caminos de solución a las dificultades y crisis de nuestra sociedad; vigorizar nuestra caridad como respuesta a la nuevas formas de pobreza que se dan en la sociedad; y foretalecer nuestra unidad a través de un proyecto común de pastoral con el objetivo de poder responder a los desafíos seculares y civiles en, "que vivimos"