VIVAMOS LA CUARESMA

                 
  
                 El pasado 14 de febrero, miércoles, comenzaba para los cristianos el tiempo de Cuaresma con la imposición de la ceniza. Un tiempo importante en el calendario litúrgico de la Iglesia, que sirve de preparación a otro aún más importante: la Pascua de Resurrección.
                                      Los cuarenta días que dura la Cuaresma nos recuerdan  aquellos otros cuarenta días que Jesús pasó en la soledad del desierto, antes de iniciar su vida pública, dedicado a la oración y a la penitencia.
                             LA IMPOSICIÓN DE LA CENIZA

                        El gesto de la imposición de la ceniza en la frente va acompañado de estas palabras del Sacerdote: "Convertíos y Creed al Evangelio". Un gesto sencillo pero muy significativo: Nos recuerda tres cosas a las que debemos prestar especial atención:
  • Que somos caducos, que aquí no tenemos nuestra morada definitiva, que estamos de paso y que, por tanto, debemos evitar que cosas también caducas acaparen nuestro corazón.
  • Que somos pecadores, es decir, que el mal está ahí y puede adueñarse de nuestras vidas. El mal, además, se presenta con diferentes rostros: egoísmo, injusticia, envidia, lujuria, odio, ira, pereza, etc. Y la realidad es que con frecuencia dejamos que nos domine, convirtiéndonos así en pobres pecadores. La Cuaresma es un tiempo de gracia que nos invita a convertirnos, a cambiar de vida, a buscar el perdón en el sacramento de la penitencia y a seguir fielmente las huellas del Maestro.
  • Que estamos llamados a la vida. En efecto, con la ceniza, con la tierra toman vida las plantas, crecen y dan fruto. Sí, también nosotros estamos llamados a una vida nueva y eterna, a una vida plenamente feliz y gloriosa.
                  JESÚS EN EL DESIERTO FUE TENTADO

                Jesús, que es verdadero Dios, es también hombre y, como tal, sintió la tentación. Sentir la tentación no es malo. El mal está en dejarnos arrastrar por ella, caer en la tentación. Recordemos que en la oración del Padre nuestro, ese modelo de oración que Jesús nos ha dejado, una de las peticiones que hacemos al Padre es ésta: No nos dejes caer en la tentación. Son muchas y variadas las tentaciones que podemos sentir los seres humanos. Una bastante frecuente es la que podríamos calificar como la tentación del "tener": tener cosas, muchas y variadas cosas, aunque no las necesitemos. Y, por supuesto, tener abundante dinero del que disponer e incluso presumir.
                                              Pues bien, a esta tentación responde Jesús en el Evangelio: "No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Sí, en nosotros hay otras capacidades que necesitamos llenar y satisfacer. Necesitamos cultivar más el alma, no atender sólo las exigencias corporales. El ser humano es cuerpo, pero es también espíritu.