EL ESPÍRITU DE SERVICIO, UNA ACTITUD CRISTIANA


              
Nos dice el Evangelio que un día, subiendo Jesús a Jerusalén, tomó aparte a sus discípulos y por tercera vez les dijo que allí el Hijo del Hombre iba a ser entregado a los sumos sacerdotes y maestros de la ley, que le condenarían a muerte y le entregarían a los paganos para ser crucificado.
                        Con este anuncio introduce Jesús su enseñanza sobre el servicio a los demás como condición necesaria para ser grande en el Reino de Dios. Y añade: "El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan sino para servir y dar su vida en rescate por muchos" Él, por consiguiente, es el gran testimonio al que debemos mirar y al que debemos seguir.

                    INTRODUCE VALORES NUEVOS Y
                                         DISTINTOS

                       Sí, el Evangelio de Jesús introduce valores nuevos y distintos de los que el mundo nos propone. Uno muy importante es, precisamente, el del servicio a los demás. El Reino de Dios no es para quienes buscan situarse cómodamente en la vida u obtener un puesto de dominio sobre los demás. En el Reino de Dios no se conceden puestos de honor. El ejemplo del Maestro es bien claro: SERVIR A LOS DEMÁS es condición indispensable para pertenecer al Reino de Dios. Jesús insiste en que la aceptación del Evangelio exige sacrificios y renuncias. Pero vale la pena recorrer este camino que nos ofrece Jesús, porque nos lleva hasta Dios, nos conduce directamente al Reino de los Cielos.

           Es interesante que nos fijemos también en la escena en que aparece la madre de los Zebedeos, Santiago y Juan. Ella se acerca a Jesús y le pide para sus hijos los dos primeros puestos en el Reino que Él anuncia. Una madre desea siempre lo mejor para sus hijos. Pero en este caso ni ella sabía lo que pedía, como recuerda el Evangelio, ni ellos tampoco lo sabían. Y lo curioso es que los otros diez, tal vez llevados de la envidia, se indignaron contra los dos hermanos.
                    MI REINO NO ES COMO LOS DE
                                      ESTE MUNDO

   Y es ahora cuando Jesús toma la palabra y puntualiza. En mi Reino, dice, no sucede como en los demás reinos de este mundo.
En mi Reino el que quiera ser grande ha de ser vuestro servidor, y el que quiera ser el primero que sea vuestro esclavo; igual que el Hijo del Hombre, que no ha venido a que le sirvan sino a servir y a dar su vida por todos.
                                      Es muy importante captar bien esta lección que nos da Jesús. Sí, en cualquier puesto que ocupemos en la vida,
dentro o fuera de la Iglesia, y por muy elevado que este sea, desde él hemos de vivir como servidores de los demás. En este sentido es llamativo y ejemplar el lema tradicional del Romano Pontífice: "Servus Servorum Dei". El Papa, que ocupa en la Iglesia el puesto más elevado, ha de considerarse siempre "SIERVO de los siervos de Dios" y ejercer con humildad su ministerio. Igualmente el obispo y el presbítero, desde el puesto que ocupen, han de sentirse y ser siempre servidores de la comunidad que presiden. Ojalá que esta conciencia de servidores de los demás se afiance de verdad en nuestras vidas.