EL VERDADERO ROSTRO DE DIOS

          Hace varios años, finalizando el siglo XX, la Conferencia Episcopal de España publicaba una instrucción pastoral titulada "Dios es Amor". Un texto orientador acerca de la realidad misma de Dios.
              ¿Qué pretendían los obispos en esta interesante instrucción pastoral? Pretendían aclarar la imagen del Dios verdadero, tal como aparece en la Revelación bíblica. Imagen que no coincide con la del Dios negado por los ateos ni con la visión deformada que de Él tienen algunos cristianos.




                         LUCES Y SOMBRAS DE UN SIGLO

          Recordaban los obispos que el siglo XX, entonces a punto de terminar, había traído a la humanidad importantes descubrimientos, portadores de bienestar; pero también sufrimientos inauditos con terribles guerras a nivel local e internacional, con el empobrecimiento de pueblos enteros frente a la opulencia y el despilfarro de otros. Ello había contribuido a que muchos no pudieran seguir creyendo en un Dios todopoderoso y bueno.
           Claro que, en el mismo siglo, han fracasado ideologías que prometían un paraíso en la tierra; se hizo cada día mayor el número de científicos creyentes; existe una gran religiosidad popular y disminuyen los que se declaran públicamente ateos.

                                                     De todos modos, la fe viva en el Dios vivo y verdadero hoy encuentra un poderoso enemigo es esa llamada cultura secular, típica de nuestro tiempo, que sin negar expresamente a Dios, prescinde de Él. Está presente sobre todo en muchos centros creadores de ideas y en medios de comunicación que dan por sentado que la palabra DIOS es un vocablo vacío, que cada uno puede llenar en su vida privada con el contenido que juzgue conveniente. 

                                 EL VERDADERO ROSTRO DE DIOS

  Ahora bien, frente a las conclusiones demoledoras de la cultura secular, hemos de afirmar con las ciencias humanas que el hombre es un ser religioso por naturaleza, un buscador insaciable de paz y felicidad, un ser que descubre en el cosmos las huellas de Dios. Y las diversas religiones son lugares históricos del encuentro con Él.

    Pero hay más, entre las religiones de la humanidad, la cristiana tiene su propia y peculiar estructura de verdad. Mientras las otras hablan de Dios, en la cristiana es Dios quien habla al hombre por su Palabra hecha carne. La Biblia llama a Cristo el "Dios con nosotros", pues en Él Dios ha venido a compartirlo todo con nosotros, menos el pecado. Aunque tal vez sea la Palabra Abbá, Padre ("Papá, papaíño"), muy repetida en los evangelios, la que mejor retrata al Dios en quién creemos. Un Dios que es bondad, Providencia amorosa, que goza y sufre con sus criaturas, que consuela, alienta y trae la salvación. Un Dios que, en definitiva, es AMOR.
              Este es el verdadero rostro de Dios.