LA CONVERSIÓN DEL CRISTIANO

Nos encontramos en pleno tiempo de Cuaresma. A ella aludíamos ya en el numero anterior de Pobo de Deus con el titulo de portada "Ayuno, Limosna y Oracion". Hoy queremos subrayar la invitación constante que, en la Cuaresma, se nos hace a la conversión. Y nos inspiramos para ello en el reportaje de la revista Ecclesia donde su director, Jesús de las Heras Muela, nos ofrece una visión de la misma a través de varios decálogos. Uno de ellos es, precisamente, el decálogo de la conversión cuaresmal.

                                  ¿QUE ES LA CONVERSIÓN?

1.- La conversión es recordar, en primer lugar, que somos criaturas de Dios, que El nos hizo para si y "que todos los anhelos, expectativas, búsquedas y hasta frenesíes de nuestra vida" solo alcanzaran su plena realización cuando volvamos a El.

2.- La conversión  es la llamada insistente a que reconozcamos nuestras debilidades humanas, las asumamos y tratemos de purificarlas.

3.- La conversión es ponernos en camino de rectificar los pequeños ya grandes errores y defectos de nuestra vida. Es imitar al Hijo Prodigo de la parábola que, al sentirse pecador, inicia el camino de vuelta a la casa del Padre.

4.- La conversión es entrar cada uno dentro de si mismo y tamizar la propia existencia a la luz de la Palabra del Señor y de la doctrina de la Iglesia, tratando de descubrir todo lo que en nosotros hay de vana ambición, de presunción innecesaria, de limitación y de egoísmo.

5.- La conversión es cambiar nuestra mentalidad mundana, distante del Evangelio, y transformarla en una visión cristiana y sobrenatural de la vida.

6.- La conversión es cortar nuestros caminos de pecado, de materialismo, de consumismo, de sensualismo y de insolidaridad, y emprender el verdadero camino de los hijos de Dios, ligeros de equipaje.

7.- La conversión es examinarnos de amor y encontrar nuestro corazón y nuestras manos mas o menos vacías.

8.- La conversión es renunciar a nuestro egoísmo que nos aleja de Dios y del prójimo.

                                          LOS OJOS PUESTOS EN CRISTO

   En fin, la conversión es mirar a Jesucristo y contemplar su cuerpo desnudo, sus manos rotas, sus pies atados, su corazón traspasado y sentir la necesidad de responder con amor al Amor que no es amado.
        De este modo la conversión, obra de la misericordia y de la Gracia de Dios y del esfuerzo del hombre, será un encuentro gozoso, sanante y transformador con Jesucristo.