Y, por supuesto, pondrían cara de extrañeza si les dijéramos que el misterio de la Santísima Trinidad es una verdad fundamental de nuestra fe, y una verdad tan luminosa que la Iglesia, la sociedad y el propio individuo tienen en ella el modelo al que imitar, la explicacion y la clave de su propio ser.
ELMUNDO, LA IGLESIA Y LA FAMILIA
Otra pregunta interesante es ésta: ¿Cómo debería ser el mundo en el que nos ha tocado vivir? ¿Cómo ha querido Dios que sea el mundo?
Dios ha querido que el mundo sea una gran familia en la que todos, aún siendo muchos, tuviésemos un mismo corazón y nos sintiésemos hermanos unos de otros. Pero este ilusionate proyecto ha quedado gravemente herido al entrar en el mundo, por parte del hombre, la realidad del pecado que fundamentalmente es egoísmo y división, lo mas opuesto al concepto de familia.
Ahora, ¿Puede mejorarse esta situación? ¿Puede reacerse el ilusionate proyecto de Dios? Sí que puede reacerse. El mismo Dios, que es Amor, ha querido, en colaboración con el hombre, poner manos a la obra enviando al mundo a su Hijo, el cual, sin perder su naturaleza divina, asume también la condición de hombre. Y es Cristo el que, con su vida y su palabra nos trajo un mensaje de salvación. Si, "amar a Dios por encima de todo y amar al hombre como hijo de Dios" es su Mensaje Salvador. Un Mensaje, que luego a través de la historia, continuara predicando incesantemente la Iglesia.
El gran papel de la Iglesia en el mundo - el de todos y cada uno de los cristianos- es luchar contra el pecado, contra el egoísmo y la división, y el rehacer así el proyecto ilusionante de Dios: que el mundo sea una autentica familia a semejanza de la Trinidad,
Y nuestras familias, a su vez, deberán ser una imitación de la Trinidad. Así los padres y los hijos aun siendo distintos y con caracteres, experiencias o aficiones diferentes, deben tender siempre a la mutua unión, a quererse, defenderse y ayudarse unos a otros.
UNIDAD Y PLURALIDAD
Lo típico del matrimonio es ser una comunidad de vida y amor.
Unidad y pluralidad, dos elementos fundamentales en la sociedad humana, en la Iglesia y en la familia. Ahora, toda esta tendencia a la unidad que se da en la Iglesia, en la sociedad y en la familia es un reflejo del Creador. Dios es también pluralidad de personas ( el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo) que siendo distintas
Conviven en armonía total, en perfecta unidad pero sin dejar de ser distintas entre si, sin dejar de ser pluralidad.
La fiesta de la Santísima Trinidad nos recuerda el ideal al que debemos aspirar aquí, en este mundo, como personas y, sobre todo, como cristianos, la pluralidad en la unidad. Es el gran deseo manifestado por Jesús en la Última Cena: "Padre, que todos sean Uno, como Tú y Yo somos UNO".