CELEBRAR Y VIVIR LA PASCUA

                 Dentro del año cristiano, en estos momentos la Iglesia celebra con gozo el tiempo de Pascua. Un tiempo de cincuenta días en el cual la Iglesia pregona esta verdad central de nuestra fe: "El Señor ha resucitado y vive con nosotros, aleluya".

    La Resurrección gloriosa de Jesucristo es celebrada por la Iglesia con gran solemnidad en todo el mundo. Nosotros los cristianos somos discípulos de un Crucificado, pero lo somos, sobre todo, de un Resucitado. Bien esta que lloremos de emoción el Viernes Santo, arrepentidos de nuestros pecados, al contemplar al Señor clavado en una cruz por amor a nosotros. Pero no debemos anclarnos en el Viernes Santo, porque el Señor Resucito gloriosamente al tercer dia y así se manifestó repetidas veces a sus discípulos, llenando de gozo sus vidas.

                   UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE

                            Los Apóstoles, que acompañaron a Jesús durante su vida publica y fueron testigos del entusiasmo que despertaba en las gentes, se sintieron fracasados al verlo perseguido por sus dirigentes del pueblo judío y condenado a muerte como un gran malhechor. Una realidad que, por otra parte, Jesús les había anunciado con toda claridad así como también su resurrección al tercer dia.

      Pues bien, en esta situación de desconcierto por la muerte del Maestro, ya pensaban en volver cada cual a su tierra. Ah, pero al tercer dia de su muerte, viven una experiencia única e inolvidable:
El Señor se les aparece vivo, y esto cambia radicalmente sus vidas.
Se les abren los ojos y, con entusiasmo desbordante, pronto pasarían a anunciar a los pueblos la gran noticia: "El Señor vive, ha resucitado y está con nosotros". Y pronto también, con Pedro a l cabeza, se pondría en marcha el nuevo Pueblo de Dios, que es la Iglesia.
                               EL CIRIO PASCUAL

                     Un distintivo del Tiempo Pascual en nuestras iglesias es la presencia de un Gran Cirio encendido que preside nuestras celebraciones litúrgicas. Este Cirio simboliza a Cristo Resucitado, la luz del mundo. Si, hacia este Cristo hemos de volver nuestros ojos y dejarnos iluminar por su doctrina, su moral, su vida, para luego transmitirla con entusiasmo a los demás.

    Hablamos de celebrar la Pascua, pero la Pascua hay también que vivirla. No basta con creer que Jesucristo Resucitado es la Vida (yo soy la Resurrección y la vida, dijo El), debemos todos esforzarnos para que Cristo sea vida en cada uno de nosotros que nos llamamos cristianos.
           Yo debo ser Pascua: debo transmitir alegría, luz y consuelo a los que sufren.
           Yo debo ser Pascua: debo transmitir esperanza e ilusión, ansias de vivir al que se siente marcado por el desengaño o fracaso en su vida.
           Yo debo ser Pascua: debo ofrecer cariño y amistad al que vive solo o se siente marginado.
           Yo debo ser Pascua: una mano abierta para perdonar y dar paz a tantos que viven esclavos del pecado o del odio.
           Yo debo ser Pascua: debo transmitir a todos el amor que Dios nos tiene y ser capaz de servir a otros con alegría y sin por ello esperar recompensa alguna.
                                               Esto es celebrar la Pascua Cristiana.