El pasado miercoles 17 de febrero, iniciábamos los cristianos el tiempo de la Cuaresma. En todas las iglesias se repetía el rito de la imposición de la ceniza a cada cristiano. Rito que iba acompañado de estas palabras del sacerdote: “Convertíos y creed al evangelio”, o de estas otras: “acuerdate de que eres polvo y al polvo has de volver”
La ceniza nos recuerda tres cosas importantes que debemos tener siempre muy presentes:
En el evangelio del primer domingo de Cuaresma se nos dice que Jesús, antes de iniciar su vida pública, paso cuarenta días en el desierto orando y haciendo penitencia. Cuarenta días dura también la Cuaresma, un tiempo en que se nos invita especialmente a retirarnos al desierto. No se trata de abandonar nuestra casa, nuestro trabajo diario, y marcharnos a un lugar despoblado y solitario, no. Algo que se encuentra en un desierto es silencio. Y ese silencio es el mejor clima, el mejor ambiente para meditar, para entrar uno dentro de si mismo, para encontrarse con Dios y revisar a la luz del Evangelio la propia vida.
En los monasterios de clausura se respira un clima de silencio y de paz. Por eso allí es más fácil orar, meditar, encontrarse con Dios.
Vivamos la Cuaresma en silencio y con espíritu de conversión; ello nos acercará más a Dios y podremos disfrutar con gozo entrañable la gran alegría de la Pascua.
EL SENTIDO DE LA CENIZA
La ceniza nos recuerda tres cosas importantes que debemos tener siempre muy presentes:
- Que somos caducos y no tenemos una mansión definitiva aquí en la tierra, por consiguiente, no debemos permitir que acaparen nuestro corazon cuatro cosas que un día vamos a dejar.
- Que somos pecadores. El mal existe y trata de entrar en nosostros de multiples maneras: en forma de egoísmo o de injusticia, de envidia, de odio, de ira, de pereza, etc. Por consiguiente, necesitamos convertirnos, cambiar nuestra forma de vivir, no dejar que se instale en nosotros el pecado.
- Que estamos llamados a la vida. Sí, con la ceniza, con la tierra las plantas toman vída, crecen. Nosotros los humanos tambien estamos llamados a la vida, para una vida sin fin, a la Vida Eterna.
"La cuaresma nos invita a revisar la propia vida a la luz del Evangelio y a convertirno alejando de nosotros el pecado."
EL RETIRO DEL DESIERTO
En el evangelio del primer domingo de Cuaresma se nos dice que Jesús, antes de iniciar su vida pública, paso cuarenta días en el desierto orando y haciendo penitencia. Cuarenta días dura también la Cuaresma, un tiempo en que se nos invita especialmente a retirarnos al desierto. No se trata de abandonar nuestra casa, nuestro trabajo diario, y marcharnos a un lugar despoblado y solitario, no. Algo que se encuentra en un desierto es silencio. Y ese silencio es el mejor clima, el mejor ambiente para meditar, para entrar uno dentro de si mismo, para encontrarse con Dios y revisar a la luz del Evangelio la propia vida.
En los monasterios de clausura se respira un clima de silencio y de paz. Por eso allí es más fácil orar, meditar, encontrarse con Dios.
Vivamos la Cuaresma en silencio y con espíritu de conversión; ello nos acercará más a Dios y podremos disfrutar con gozo entrañable la gran alegría de la Pascua.