UN TIEMPO DE VACACIONES Y DESCANSO

                                                   
                                      Acabamos de entrar en una de las estaciones más hermosas del año: el verano.
Un tiempo de mucha luz y alegría. Un tiempo que solemos asociar con las vacaciones y el descanso. Pero un tiempo que debemos vivir con sentido y no a lo loco.
                                                                                                   Citamos el descanso como algo que solemos unir con el verano. El descanso es algo  muy necesario en la vida. La misma Biblia nos lo recuerda al hablar del precepto divino que ordena un día de descanso semanal, y también el presentarnos al mismo Dios como realizando en seis jornadas el trabajo enorme de la Creación y descansando el día séptimo.

                          ¿CÓMO CONCEBIR HOY EL DESCANSO?

   El descanso es necesario después de un intenso trabajo. Y lo es especialmente hoy que vivimos, con frecuencia, a un ritmo acelerado, con los nervios crispados. Ahora, el descanso tampoco equivale a estar sin hacer nada, con los brazos cruzados. Los expertos dicen que el mejor descanso consiste en un cambio de ocupación y de ambiente, sin preocupaciones absorbentes. Es normal que en este periodo de vacaciones dediquemos más tiempo al sueño, a practicar algún deporte o a respirar el aire limpio del campo o la montaña.
                                                    El verano y las vacaciones se prestan, por ejemplo, para leer algún libro importante que durante el resto del año no fue posible leer, aunque tuvimos tiempo durante la pandemia. Algún tratado de espiritualidad, alguna biografía célebre.... El verano se presta también para realizar viajes dentro o fuera del país.

                              DISFRUTAR SIRVIENDO GRATUITAMENTE

    En fin, el verano y las vacaciones se prestan para dar rienda suelta a la creatividad y a la gratuidad.
Un cristiano puede carecer de ocupación fija obligada, pero nunca debe estar aburrido e inactivo, sobre todo habiendo como hay tanto que hacer en los más diversos campos, dentro y fuera de la propia vida.
                   Así, por ejemplo, estaría muy bien dedicar en tiempo de vacaciones una parte del propio tiempo y quehacer diario a ciertos servicios sociales gratuitos como los que realizan los adscritos a Cáritas. Ello estaría muy en sintonía con el Evangelio y proporcionaría al individuo una íntima satisfacción, que no se paga con dinero. Hay experiencias muy gratificantes en este sentido.

     Nosotros hemos nacido para disfrutar creando, construyendo, transmitiendo felicidad a otros, engendrando vida.... como imágenes que somos del Dios único, que también disfruta contemplando las obras de sus manos: "Y vio Dios todo lo que había hecho y era muy bueno".

  ¿Sabremos, pues, divertirnos y ser felices durante el verano sin dar de lado al Espíritu? Dicho de otro modo: ¿Sabremos vivir en cristiano - el cristianismo auténtico nunca es aguafiestas- las vacaciones y el verano?