LA PRINCIPAL FIESTA CRISTIANA

       La Pascua es la principal fiesta Cristiana. En ella recordamos y celebramos a Cristo resucitado, vencedor del pecado y de la muerte

                               Pero en la Pascua, celebramos también nuestra propia resurrección. Recordemos estas palabras de san Pablo a los colosenses: "Habéis resucitado con Cristo". Es decir, habéis pasado
por una muerte (vuestra renuncia al pecado) y os habéis dejado contagiar por su vida de resucitado, abriéndoos a la acción de Dios en vosotros.
                    Esta acción de Dios en nosotros se realiza a través de los sacramentos, que podemos celebrar en cualquier tiempo del año
siendo, sin embargo, la Pascua el tiempo más propio para hacerlo. En cada sacramento el Señor glorificado se hace hoy presente en nuestras vidas.
                               Los siete sacramentos son muy importantes; sin embargo diríamos que la Iglesia distingue dos de ellos: el Bautismo y la Eucaristía. El primero como fundamento de la vida cristiana, y el segundo como memorial vivo y actualización del Sacrificio Redentor de Cristo.

               LA PUERTA DE ENTRADA A LA IGLESIA
                                      DE CRISTO
 El Bautismo es el primer sacramento que se recibe. Por él nacemos como hijos de Dios y nos incorporamos a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo. Este sacramento en el adulto presupone la Fe.

    Entre nosotros el Bautismo se recibe generalmente de niños, incluso a los pocos días del nacimiento. Es una práctica de la Iglesia que viene ya de los primeros tiempos. Bautizamos al niño apoyándonos, no en su fe personal, sino en la de su familia cristiana que pide el Bautismo para su hijo.
                                                                                          Es muy importante que los padres se preparen adecuadamente para el bautismo de sus hijos, que conozcan bien lo que es el sacramento, sus efectos y el compromiso que adquieren de ser ellos los primeros catequistas de sus hijos.
                 También los padrinos deben ser bien escogidos por los padres. Son cuatro las condiciones que la Iglesia les exige: que sean católicos, que hayan recibido la Eucaristía y la Confirmación, que vivan una vida acorde con su fe y con la misión asumida, y que hayan cumplido 16 años de edad.

                EL SACRAMENTO DE LA COMUNIDAD

   Ya desde siempre las comunidades cristianas se han venido reuniendo con frecuencia, sobre todo los domingos, para celebrar lo que al principio se llamaba La Fracción  del Pan, que es lo que nosotros llamamos Eucaristía y, en lenguaje más vulgar, Misa.

   Al principio la asamblea eucarística tenía lugar sólo el primer día de la semana, al que llamaban Día del Señor o Domingo, porque era el día en que Jesús había resucitado, y porque la Eucaristía es actualización viva y sacramental de la Pascua, de la Muerte y Resurrección de Cristo.
                                                Más tarde la Iglesia, sin olvidar que el domingo es la fecha más propia, creyó conveniente celebrar también a diario la Eucaristía, que es el Sacramento por excelencia de la Comunidad cristiana.