
EL MUNDO QUE DIOS HA CREADO
Cuando leemos los primeros capítulos del Génesis, allí nos encontramos con la mirada de Dios sobre el mundo creado por Él: una mirada gozosa al ver la belleza y armonía de todo lo creado. Una mirada que se centró especialmente en el rey de la creación, que es el ser humano, hecho a imagen y semejanza del mismo Dios que es AMOR. Diríamos que Dios se vio especialmente reflejado en las relaciones de amor, fidelidad y bondad propias de los seres humanos.
Ahora, bien está que nos preguntamos: ¿Es así el mundo en que vivimos hoy? ¿Son así las relaciones predominantes entre los seres humanos?
Diríamos que la creación en su conjunto conserva la belleza y armonía primitivas, sigue siendo buena y digna de admiración. Pero también hemos de decir que en el mundo existe la violencia, existe el enfrentamiento, existen las guerras promovidas y sostenidas por el ser humano. Y que han llenado de dolor y de muerte nuestro planeta.
LA OTRA CARA DEL MUNDO
Y ¿cuándo el mundo se hace tragedia? "Cuando el hombre piensa en sí mismo, en sus propios intereses, y se pone en el centro; cuando se deja fascinar por los ídolos del dominio y del poder; cuando se pone en el lugar de Dios, entonces deteriora todas las relaciones, lo arruina todo; y abre la puerta a la violencia, a la indiferencia, al conflicto". Ya el mismo libro del Génesis, en el capítulo tercero, nos presenta esta cara trágica del mundo como consecuencia del pecado del hombre. Aquella armonía inicial entra en quiebra por la envidia y el egoísmo desenfrenado, que se apoderan del corazón humano, y así, aparece el crimen de Caín que mata a su hermano Abel.
Y es ahora también cuando se oye la voz de Dios que pregunta a Caín; "¿dónde está Abel, tu hermano?". Y Caín responde: "¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?".
La pregunta de Dios a Caín también está dirigida a nosotros, y también a nosotros nos vendrá bien preguntarnos: ¿Soy yo el guardián de mi hermano? Sí: ¡eres el guardián de tu hermano! ¡Ser personas humanas significa ser guardianes unos de los otros!
Ahora, cuando se rompe esta armonía, se produce un cambio profundo: ese hermano al que hay que guardar y amar se convierte en el adversario al que al que hay que combatir y suprimir. De hecho, ¡cuánta violencia se ha ido produciendo en la historia del mundo desde aquel principio hasta hoy; cuántos conflictos y guerras con millones de víctimas mortales!
EL CAMINO DE LA PAZ
Y ahora viene la gran pregunta: ¿Es posible recorrer el camino de la paz? ¿Podemos salir de esta espiral de dolor y de muerte? ¡Sí, es posible -responde el Papa-, es posible para todos! Ahora bien, es importante que todos, desde el más pequeño al más grande, cuantos están llamados a gobernar las naciones, respondan: Sí, lo queremos. Y en este momento cuando nuestra fe cristiana nos impulsa a mirar a la Cruz; y "¡cómo quisiera -dice el Papa- que durante un instante todos los hombres y mujeres de buena voluntad mirasen a la Cruz! En ella puede leerse la respuesta de Dios; en ella no se respondió a la violencia con violencia, no se respondió a la muerte con el lenguaje de la muerte. En el silencio de la Cruz calla el fragor de las armas y habla el lenguaje de la reconciliación, del perdón, del diálogo, de la paz".